Una arpía, según la mitología griega, era una divinidad alada que se aventuraba a las profundidades del infierno para rescatar a las presas inocentes del dios de las tinieblas. Arpía, por ello, significa “arreabatadora”; por ser ladrona de las almas en sufrimiento. En un inicio, estos seres alados tenían la apariencia de hermosas mujeres, muy similares a las sirenas pero con alas de ave en vez de colas de pez. Tiempo después, se convirtieron en seres malignos y temibles con cuerpo de ave de rapiña, asociadas al mal por molestar a otros seres y animales.
La mujer convertida en pájaro se llenó a la par de malicia, poder y fuerza.
«Harpyie» de Jacob van Maerlan
El híbrido mitológico es el tema con el que trabaja la artista Amy Judd (1980). Llenos de misterio y sensualidad, belleza, incógnita y mito; así son los retratos que crea.
Estas obras retratan la relación mágica y mítica que se ha planteado entre aves y mujeres a lo largo de la mitología tradicional y el folclore. Mediante sus trabajos de óleo sobre lienzo rescata esta relación y la adapta al mundo contemporáneo, reforzando esta relación como metáfora de la fortaleza de la mujer, que aunque bella y de delicadas formas, con suaves plumas como escudo, ella es valiente y no frágil. La mujer, cual ave, es libre y empoderada.
Las obras surreales, dan pie a la imaginación. Muchas de ellas encapsulan pequeñas historias, haciendo del mito algo vivo y trayéndolo al presente. Los tonos pastel, la ausencia de un paisaje reconocible, y los rostros ocultos, nos envuelven en un espacio onírico lleno de intriga. El trazo suave, así como sus texturas, aluden a la sensibilidad de la mujer.
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Página oficial de la artista:
http://www.amyjuddart.com