Hay características o condiciones que asociamos al universo masculino o a la esfera femenina. Los varones se relacionan con el cielo, la luz, el infinito, la historia, la trascendencia o el futuro por compartir el género de Dios, del mismo modo que están próximos a la exigencia, la ley y el juicio por ser patriarcas o los llamados dominantes. La mujer está más apegada al campo de lo privado, de la intimidad, al cobijo, el resguardo y la ternura. Estas configuraciones permiten al ser hablar en un lenguaje distinto, incluso metafórico, para comunicarse en la vida social.
Pero necesariamente los universos del varón y la mujer se entrelazan para establecer los orígenes de la vida a partir de la representación del “hombre”, no cómo género sino como especie, poseedor de la fertilidad (figura femenina) y del “dominio para regir el cosmos” (el varón).
Estos roles se corrompen en la propuesta pictórica de Benjamín García, un venezolano quien lleva a la práctica el ideal en el que participan por igual los dos sexos que componen el género humano. En el sentido estricto no lleva a cabo figuras antropomórficas, sino que parte de su inspiración, la figura femenina, para representar a ésta en pinturas de fuerte carga narrativa, incluso poética, que ejemplifican la fuerza y “violencia” del trazo, condiciones masculinas.
Las mujeres y los extremos de la violencia y la delicadeza son los temas que el joven artista lleva a su pintura. Sus retratos transitan por los episodios de la personalidad en una técnica, en apariencia, expresionista que parece desbaratar a la persona para ponderar el sentimiento. El uso pasional de los colores secunda la idea de la representación emocional de la realidad, y la carga afectiva de los cuadros denotan el carácter expresivo con que utiliza los medios plásticos, acrílico y óleo sobre lienzo.
Originario de Caracas, Venezuela, la pintura fue para Benjamín un segundo paso después de interesarse en los cómics, especialmente en los de Moebius, Enki Bilal y Bill Sienkiewicz; cayó en cuenta que lo que buscaba era realmente explorar las posibilidades del dibujo, lo que lo llevó en camino recto hacia la pintura.
Con apenas tres años dedicado de tiempo completo a ser pintor, a Benjamín también le interesa el cine y lo ubica en el mismo sitio que su gusto por la pintura. Antes de la pintura trabajó en diversos proyectos de animación y como ilustrador de storyboards. Además ha colaborado con ilustraciones para una novela.
Para el venezolano, pintar es un proceso liberador, de descubrimiento, catarsis y exploración. A través de la pintura descubre nuevos medios de comunicación que se asocian al gesto, al color y la composición.
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