El estancamiento creativo es un problema con el que todos aquellos que se dedican a la labor artística se enfrentan. La frustración que estos periodos de esterilidad generan es indiscutible. Para evitarlos, te compartimos cinco consejos para profundizar el quehacer artístico:
Mantener los sentidos abiertos.
En el quehacer artístico no hay mejor instrumento que los sentidos. Es el receptáculo principal de todos los estímulos del exterior que tenemos como seres humanos, que después filtramos a través de la experiencia. Sin embargo, la sensibilidad es clave para un desarrollo artístico más agudo: si bien es cierto que la formación académica es fundamental, un artista no es tal si no sabe utilizar su capacidad sensible para generar una experiencia estética para transmitir.
Llevar un registro de los conocimientos adquiridos.
Es verdad, también, que un artista poco puede hacer con sus sentimientos si no sigue una metodología o canon estético específico. La educación artística —aunque duramente criticada por el estilo contemporáneo— es necesaria en la trayectoria artística de las personas. Es por esto que llevar un registro de todo aquello que se aprenda es importante para condensar un estilo propio con una propuesta sólida y bien cimentada.
Salir de la zona de confort.
Una de las características más destacadas de los artistas que trascendieron en la Historia —particularmente del siglo XX a la fecha— es la capacidad de adaptar su sensibilidad a otras posibilidades estéticas. Picasso es el mejor ejemplo: más allá de apegarse fielmente a un mismo patrón, experimentó con varios estilos, y en ellos encontró una gama amplia para la creación que enriqueció y diversificó su obra. Tal es la actitud de un artista genuino.
Producir más allá del estudio.
Se habló ya de la importancia de la producción académica y del estudio formal. Sin embargo, el trabajo de un artista no termina nunca al traspasar la puerta de su estudio. Por el contrario, encuentra elementos en la realidad que activan esa ansiedad creativa: en las texturas de la calle, en las formas de las hojas, en el flujo incesante de la calle. En fin, en los detalles. Es por esto, quizá, que independientemente de la disciplina, sea conveniente llevar un cuadernito de anotaciones para mantener eso que la mente produce casi por casualidad, afuera de las cuatro paredes del estudio.
Traer la experiencia del exterior al área de trabajo.
Una vez que la experiencia de la realidad enriqueció el trabajo, lo ideal sería traer esos productos esporádicos de vuelta al escritorio, tintero, base, o lo que sea con lo que se lleve a cabo la labor artística. Si bien es argumentable que cada uno hace lo que hace como puede y quiere, lo cierto también es que muchas veces, tanta libertad limita las posibilidades productivas. La metodología es necesaria y, quizá, si se encuentra la apropiada, el proceso creativo sea mucho más fructífero, a lo menos.
Los 20 mejores diseñadores del mundo que puedes conocer esta semana en la CDMX y las obras de Julian Cording que cambiarán tu manera de ver el mundo