Los matrimonios forzados son una actividad que ha perseguido a la humanidad desde tiempos remotos y si bien actualmente ocurre en regiones de escasos recursos, mediante la trata de personas y también se disfraza mediante términos como matrimonio arreglado, en siglos anteriores hacerse de una esposa que a la vez era una concubina a cambio de algún tipo de dote parecía normal, por lo que personajes históricos como Paul Gauguin, cayeron en tal práctica.
La historia de vida de Gauguin se caracteriza por sus diversos viajes —pues de pequeño vivió en Perú, antes de volver a París—, así como el círculo de artistas en el que se desenvolvió antes de dedicarse de lleno a la pintura.
Imagen:Tahitian Women under the Palms, 1892
Uno de los viajes más importantes de Gauguin fue el de Tahití, donde vivió de 1891 hasta 1893. Cuenta la historia que él esperaba encontrar un paraíso exótico, pero se decepcionó cuando encontró que los misioneros europeos habían cambiado el panorama del lugar. No obstante, esto no impidió que el artista buscara un sitio en el cual instalarse, como Mataiea, que se caracterizaba por ser un pueblo viejo, alejado de la modernidad y sin una influencia europea predominante.
Gaugin y Teha’mana
Allí conoció a Teha’mana, una niña de 13 años, que así como Pahura, Tohotaua y Marie-Rose Vaeoho —quien años después también sería su esposa— fue su modelo. En Teha’mana encontró entonces a su musa, así como a su primera esposa y concubina, habiendo una diferencia de 30 años entre ellos. Tal diferencia de edad se debió a la costumbre tahitiana —que también existió en otros lugares del mundo— en la que las jóvenes que alcanzaban la pubertad solían casarse con relativa rapidez. Del mismo modo, era común que las jóvenes isleñas contrajeran matrimonio —aunque no fuese totalmente legal, como en el caso de Gauguin— con los colonos franceses, pues implicaba beneficios económicos, así como de prestigio para sus familias.
Imagen: Wikimedia commonsDe tal forma, Teha’mana fue el sujeto principal de dos pinturas: Merahi matau no Teha’mana (Tehamana and Her Ancestors) (1893) y Spirit of the Dead Watching (1892). Ambas han sido estudiadas ampliamente, la primera porque a pesar de mostrar a Teha’mana con una vestimenta europea, en el fondo del cuadro se pueden apreciar sus ancestros, lo que conectaba irremediablemente a la protagonista con sus raíces, así como su exotismo. Por otro lado, Spirit of the Dead Watching ha sido comparada con la Olympia de Manet, pues muestra a la joven tendida en la cama desnuda, aunque tanto su posición como las facciones del rostro hacen que ambas obras envíen un mensaje distinto.
La relación entre Gauguin y Teha’mana terminó cuando éste volvió a Europa, donde su esposa, Mette Sophie Gad, aún radicaba junto a sus hijos, para exhibir las pinturas que él le había enviado en el transcurso de los años. Sin embargo, su regreso no implicó el gran éxito que él esperaba.
Imagen: Merahi matau no Teha’mana (Tehamana and Her Ancestors), 1893
Durante la ausencia del pintor en la isla, Teha’mana, con un hijo de Gauguin del que no existe registro, se volvió a casar con un local y aunque ella volvió a reunirse con el artista a su regreso (en 1895), algunos aseguran que se debió a la condición de Gauguin, –aparentemente enfermo de sífilis– había empeorado, aunque probablemente se debió a que Teha’mana estaba casada con alguien más. A partir de entonces, Gauguin tomó por esposas a otras de las modelos que habían trabajado con él en su primera visita hasta su muerte en 1903.
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