Mediados de los setenta en la Ciudad de Nueva York. Los movimientos por los derechos civiles comienzan a verse a la distancia y los Estados Unidos gozan de una burbuja de prosperidad mientras el hip hop neyorquino poco a poco comienza a tomar voz en el movimiento artístico de la Gran Manzana. Annina Nosei, dueña de una galería aburguesada en el SoHo, descubre el talento de un joven de raza afroamericana y le da un primer espacio para presentar su obra. Años más tarde, el chico de 25 años se encuentra en el tope de su carrera y convive con Warhol y Madonna. Toda persona que lo conoce sabe que se trata del artista de moda en Nueva York.
Jean-Michel Basquiat es visto normalmente en las escuelas de Historia del Arte como el vagabundo que incursionó en la pintura después de un paso fugaz por el grafiti y desarrolló una técnica envidiable de la nada; sin embargo, la historia no podría ser menos fiel a la realidad: el joven nació en el seno de una familia acomodada de Queens y durante los primeros años de su vida creció en un ambiente lleno de manifestaciones y contacto con el arte. Sus padres inculcaron en él y sus hermanas el gusto por la música y la pintura, el joven recibió lecciones a nivel primaria y conoció la obra de los grandes maestros a una corta edad.
“Antes de los 15 años dominaba tres idiomas y poseía sólidos conocimientos de la poesía y las artes pictóricas; sin embargo, ninguna de estas manifestaciones le pareció suficientemente enriquecedora y capaz de expresar la situación tanto personal como social en los Estados Unidos”.
De padre haitiano y madre puertorriqueña, el mundo ideal del futuro artista se vino abajo cuando se divorciaron mientras él cursaba la secundaria. Entonces la vida cómoda de Basquiat cambió radicalmente y el golpe significó el inicio de la conciencia en el chico que desde pequeño mostró ser un superdotado. Antes de los 15 años dominaba tres idiomas y poseía sólidos conocimientos de la poesía y las artes pictóricas; sin embargo, ninguna de estas manifestaciones le pareció suficientemente enriquecedora y capaz de expresar la situación tanto personal como social en los Estados Unidos.
Un año antes de terminar el bachillerato, Basquiat decide abandonar la comodidad de su hogar y entra en contacto con el Nueva York más real y crudo: el de los barrios llenos de inmigrantes, especialmente afroamericanos que no son aceptados por la comunidad y tienen que lidiar a diario con la crueldad policial, la discriminación racial que tan presente se mantiene en la historia de los Estados Unidos y uno lleno de drogas, alcohol y decadencia. En la calle comienza a inmiscuirse en el arte urbano y bajo el pseudónimo de SAMO (Same old shit), realiza pintas con contenido crítico y social por toda la ciudad.
“Todos son temas tratados una y otra vez en sus obras con la misma crueldad y dureza con que los hechos ocurrían en las calles, frente a su mirada y la de miles de personas que vivían en la realidad de una sociedad segregada desde su seno”.
Repentinamente, Basquiat comienza a desarrollar su talento en el lienzo, su espacio de aparición por excelencia. En éste desarrolla cada una de sus inquietudes con una identidad propia por su raza y las manifestaciones que surgen a través de ella: desde el vudú de las islas del Pacífico hasta la brutalidad policial en las calles neoyorquinas el artista lucha desde su trinchera contra lo que encuentra asqueroso en una sociedad acostumbrada a esconder sus peores vicios y disfrazarlos de virtud. Todos son temas tratados una y otra vez en sus obras con la misma crueldad y dureza con que los hechos ocurrían en las calles, frente a su mirada y la de miles de personas que vivían en la realidad de una sociedad segregada desde su seno.
“La música de sus raíces, así como su desastrosa vida personal llena de vicios y drogas, eran motivo para llevar a los lienzos un neoexpresionismo opuesto a Pollock y el grupo de artistas conservadores que aprovechaba las pinceladas para escapar de la realidad”.
En el tope de su carrera fue apadrinado por Warhol y compartió con las personalidades norteamericanas más influyentes de entonces, pero siempre mantuvo su distancia con respecto a sus posiciones políticas. La música de sus raíces, así como su desastrosa vida personal llena de vicios y drogas, eran motivo para llevar a los lienzos un
neoexpresionismo opuesto a Pollock y el grupo de artistas conservadores que aprovechaba las pinceladas para escapar de la realidad.
A pesar de que pintó solamente durante un espacio de 7 años, la obra de Jean-Michel es codiciada por coleccionistas de arte y museógrafos, y se encuentra entre las más caras de la historia. Para la mujer que le dio su primer espacio en una galería, la crítica que menospreciaba el trabajo de pintor estaba equivocada, pues considera que se trata de un lenguaje expresivo tan valioso como el de Picasso. El arte conservador (que siempre será la corriente dominante) insiste en desprestigiar el trabajo del pintor con críticas que van desde su poca educación artística, la forma improvisada de sus obras o su vertiente neoxpresionista opuesta a la principal, hasta decir que se trataba únicamente de un grafitero que no entendía realmente lo que buscaba expresar.
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La única verdad es que a casi 30 años de su muerte, el controvertido artista es uno de los íconos culturales más representativos de la cultura afroamericana en la actualidad, que supo revolucionar al arte que discrimina desde dentro y logró colocar su obra a la altura de los grandes maestros del siglo XX. Si quieres conocer más sobre la vida del artista, lee las 10 cosas que no sabías sobre Basquiat. ¿Consideras arte el trabajo del afroamericano? Entra en la discusión leyendo Basquiat y Pollock: ¿artistas talentosos o construcciones de su época?