En el barrio de Józsefváros, Budapest, los edificios dan cuenta de una época histórica perfecta para la fotografía arquitectónica; sin embargo, la vida de cientos de personas al este del corazón de la capital húngara dista de la visión ideal de turistas y otros incautos que pasan por el exterior. Drogas, marginación y sexo son parte del guión cotidiano al que se enfrentan quienes hacen de su cuerpo y el placer ajeno su instrumento de trabajo ante la precariedad de la situación para algunos habitantes de Europa del Este.
Lilla convivió durante tres años con una familia de trabajadores sexuales que radican en este distrito. Se trataba de Michael, Monica y Alexander. Día con día, la fotógrafa descubrió la compleja relación que se entretejía entre tres personas que habían encontrado la prostitución como único resquicio para subsistir y al mismo tiempo, trataban de formar una relación mucho más profunda que la simple convivencia bajo un mismo techo.
Amor y celos desbordados, infidelidades, un aborto. Sexo salvaje y peleas que solían terminar con graves lesiones y alguno durmiendo en la calle, perdido por días hasta que la situación se resolvía parcialmente, sólo para volver a tocar fondo semanas después. Así era la vida entre los tres protagonistas, que en ocasiones debían utilizar su departamento en común para tener sexo con sus clientes; una situación que llevaba al límite a Michael, pareja de Monica, cuando la veía gimiendo y con un hombre que no era él encima.
Lilla desarrolló una relación aún más cercana al trío cuando fue invitada a su apartamento para pasar un día —literalmente— en los zapatos de Monica. Después de vestirse tal y como lo suele hacer Monica cuando es hora de salir a la calle en busca de clientes, Szasz fue fotografiada por Michael mientras miraba a Alexander. Estos momentos, además del florecimiento de una amistad sincera, dieron como fruto fotografías auténticas, sin un gramo de maquillaje, poses, ni sesiones planificadas
Mother Michael Goes to Heaven, el proyecto fotográfico de Lilla Szasz aborda con maestría la vulnerabilidad humana. Éste finalizó el 24 de febrero de 2010, una vez que Michael decidiera quitarse la vida en el apartamento. En opinión de Szasz, él no pudo más con la vida que llevaba y planificó cada uno de los detalles de su muerte para que nada pudiera convencerlo de cambiar de opinión.
El súbito final de la serie trató un duro golpe de realidad que llevó a la fotógrafa húngara a mantener una perspectiva real y evitar traicionar su estilo y al mismo tiempo, le dio un nombre definitivo a su serie. No sólo eso: también le armó de valor para salir a mostrar al mundo su trabajo de los últimos y apasionantes tres años en memoria de Michael.
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Conoce más del trabajo de Lilla Szasz en su sitio oficial.
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