13:16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes,
ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca
en la mano derecha, o en la frente;
13:17 y que ninguno pudiese comprar ni vender,
sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia,
o el número de su nombre.
13:18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento,
cuente el número de la bestia, pues es número de hombre.
Y su número es seiscientos sesenta y seis.
– Libro de las Revelaciones
¿Cómo se nos aparece el anticristo hoy? Quizá debajo de tu cama, probablemente adentro del ropero; con mayor suerte, entre las sábanas o en tu ropa interior. Todo depende qué tan bien asimilado lo tengamos en el diario, qué tan lejano lo sigamos advirtiendo en el mundo. Algunos intérpretes y estudiosos de la Biblia han entendido en “El Libro de las Revelaciones” que es la política y el sentido sumamente terrenal lo que yace en el cuerpo del ser humano como una señal de la figura oscura, de la intención que renuncia a Dios; entonces, y en todo caso, el gran demonio habita siempre en nuestras carteras, en el trabajo, en la educación, en la civilidad y en los placeres modernos, aunque no nos demos cuenta.
En dirección opuesta, heredando el pensamiento nietzscheano de la filosofía, podemos identificar al anticristo en cualquiera de nosotros cuando advertimos que, en efecto, todo lo que eleva nuestro sentimiento de poder es bueno, que la debilidad es el único gran mal, que la felicidad sólo llega tras el triunfo de la soberanía, que los malogrados deben perecer y que no hay situación más dañina al vivir que sentir compasión hacia los débiles. En pocas palabras, al cuestionar los valores cristianos y sus designios de acto o representación humana.
En ese sentido, en el de la aparición del hombre “diabólico”, la imagen real del anticristo se dio desde la fotografía mucho antes de que incluso pudiésemos notarlo; si es que la bestia mora tan cerca de nosotros, reside en nuestro interior y se deja ver en más de una oportunidad, es totalmente factible identificarlo en el trabajo fotográfico de William Mortensen, un sujeto que siempre fue equiparado con el príncipe tenebroso y reconocido como un artista obsesionado con retratar a las personas en su más grotesco u horroroso estado.
Mortensen fue uno de los fotógrafos más reconocidos y respetados en América del Norte en los años treinta; trabajó principalmente al sur de California como un retratista de Hollywood y después enseñó sus métodos e ideas a las generaciones más jóvenes que también observaban, aún, las bondades profesionales del retrato. La oscuridad que vemos en la producción del artista todavía como un enigma fascinante, se debe sobre todo a su defensa del pictorialismo; una rama dentro de la disciplina que promovía un poco, antes de su era gloriosa, el retoque sobre negativos, trabajados a mano, lavados químicos y un enfoque artístico-pictórico que a la llegada del modernismo parecía obsoleto.
Para entender el porqué del símil entre bestia y fotógrafo, se antoja necesario establecer un contexto histórico y otro discursivo; el primero se resuelve de manera sencilla, pues a medida que la influencia de pictorialismo se desvanecía en el mundo común, su impacto dramático y tradicionalista se mantuvo vivo al público a través de salones conservadores, aficionados, revistas y algunos profesionales duros, quienes todavía creían en la técnica manual que se originó a finales del siglo XIX. Fue su anacronismo en la fotografía y su amor por la imaginación hecha realidad mediante procesos teatrales lo que posicionó a Mortensen, según Ansel Adams, como un anticristo en el camino de las artes.
Eso, y que en su afán por retratar manualmente la fantasía exótica del mundo, la tenebrosa capacidad de la especie, sus conexiones místicas, hizo que Mortensen desarrollara su mejor trabajo combinando técnicas virtuosas para producir una serie de figuras grotescas o extrañas. Las cuales, por cierto, se funden en la belleza y la monstruosidad de manera única, dramática, horripilante y seductora.
La más grande contribución de William Mortensen al mundo de la fotografía no son sólo sus enseñanzas de mecánica y trabajo artesanal, sino su capacidad para ser monstruo y develarnos en la misma condición, su poder para demostrar su anticristianismo y nuestra renuncia al reino de Dios. Al paraíso donde las cosas ya están dichas y no hay espacio para ser diferentes. Para conocer un poco más de foto vintage, quizá te interesa conocer a La fotógrafa que escapó de los Nazis, sobrevivió a la muerte y lo capturó en sus mejores fotografías o, para algo más contemporáneo, algunas Fotografías posporno de vampiros, queers y la escena under.