Sólo necesitas un pedo, una sábana y haber comido algo bastante condimentado para ganar una batalla de flatulencias en la época actual. A las 11 de la noche, a punto de dormir, el batallón de frijoles cobra importancia ante el ejército de huevo. La carne roja está a punto de hacer su aparición mientras que del otro lado, tres guerreros élite de mariscos están listos para defender el frente y de pronto, alguien pide auxilio, avienta la bandera blanca para que llegue la paz. Una o dos arcadas comprueban que el enemigo está rendido. La esposa ha ganado esta batalla pero bastará otra noche para continuar la guerra.
Los pedos no siempre fueron sólo la manera más desagradable de despertar a tu pareja, en Japón se convirtieron en una protesta política contra las normas de un gobierno que premiaba la occidentalización contra las tradiciones del país. Todo ocurrió después de 1868, año en el que nacieron los He-Gassen o Batallas de Pedos.
Desde ese año las batallas de pedos representaron la inconformidad de la sociedad japonesa después del periodo Edo. Mismo en el que rigieron los shōgunes en todo Japón. Aunque sí existía la figura del emperador, éste le otorgaba todas sus facultades al shōgun, personaje con rango militar que cobró importancia hasta obtener el mandato en cuestiones civiles, militares, diplomáticas y judiciales. Muchos incluso suelen darle el apelativo de un dictador militar. Después de que el emperador Meiji tomara el control del imperio y les quitara de una vez por todas el poder a los militares; la estructura cambió y las reglas también.
Durante los shōngunatos, Japón vivía en una especie de burbuja que no permitía el comercio exterior; cuando esto acabó, también terminó el aislamiento comercial para dar paso a la modernización nipona. Al igual que ocurre en toda promesa de comercio exterior, los japoneses se encontraron con la mediana globalización de ese entonces. Cada vez compartían más la cultura de Occidente y las tradiciones se perdían irremediablemente.
Muchos pobladores se sintieron inconformes con estas decisiones. La cultura japonesa se estaba convirtiendo en una especie de monstruo sin pies o cabeza en el que un ojo, ese brazo rollizo y el cabello comenzaban a cambiar para convertirse en extraños asiáticos europeizados. El cambio fue brutal y veloz, nadie podía frenarlo, aunque al mismo tiempo, nadie parecía estar conforme con lo que ocurría.
Hombres semidesnudos con rasgos completamente asiáticos se inclinaron, al menos en rollos de papiros, para protestar contra lo que ocurría. Una nube gris derrotaba a los enemigos; quienes ante el tufo, se rendían sin remedio cayendo aturdidos y desmayados. Aquellos que habían sido derrotados, según la información, representaban a los occidentales, quienes atacaban eran, por supuesto, los japoneses.
En diferentes ocasiones, los gases de estos hombres atacan a caballos, muebles, incluso a familias enteras por lo que, se cree comenzó como una burla hacia las nuevas culturas que entraban a Japón, se convirtió en un juego de imágenes por simple divertimento. El autor principal de estos He Gassen es desconocido, la Universidad de Waseda fue la encargada de digitalizar la información para el dominio público.
Si quieres conocer más sobre Japón, puedes aprender sobre xilografía japonesa o Ero-guro, el arte de la perversión que este país realiza.