“Mi pintura es para herir, para arañar y golpear en el corazón de la gente.
Para mostrar lo que el hombre hace en contra del hombre”.
Oswaldo Guayasamín.
Indiferencia, inclinación sublime frente a lo que no nos interesa. En la actualidad vemos y vivimos muchas situaciones que dejan perplejos a unos cuantos y a otros desubicados. Pero, ¿qué se sucede cuando nuestra capacidad de asombro ha perdido vitalidad?
¿Se esfuman todos nuestros deseos de admirarnos y sorprendernos por todo lo que sucede a nuestro alrededor? ¿Somos presa fácil de la indiferencia que se empieza a abrir camino por nuestros caducos sentimientos e inconsistentes percepciones?
El dolor, el llanto, el sufrimiento ajeno, ¿nos dice algo?, ¿nos llama? O sencillamente ya dejó de hacerlo hace mucho tiempo…
Oswaldo Guayasamín nacido en la ciudad de Quito-Ecuador traza, a través de sus murales, la realidad injusta que viven indígenas, negros y mestizos, sus obras sin duda están marcadas de su singular historia. Haber sido expulsado de siete colegios, la decepción de su padre al verle convertirse en artista y la pérdida de uno de sus mejores amigos por una bala perdida, marcan claramente ese estilo de protesta que el espectador visualiza en cada de sus cuadros.
Tonos sombríos, líneas remarcadas y rígidas, siluetas rectas son la máxime expresión del sufrimiento de una sociedad que resiste frente a los innumerables golpes de la injusticia y discriminación. Guayasamín siente desde el óleo y los colores como la desesperación que surge a través de la impotencia se carcome su corazón y le destroza vilmente todo deseo de esperanza
¿Y es que acaso nosotros también somos miembros impunes de la indiferencia social que golpea a nuestros pueblos y deteriora la desapercibida utopía del buen vivir?
Los rostros que pinta Guayasamín son muestra de esa inerte esperanza que yace escondida en la historia de cada persona y que sus grandes manos, abiertas al viento, esperan una respuesta radical que atienda sus necesidades, y que burle el oprobio de la indiferencia en la que yacen sumidas y enredadas.
La locura de la impotencia que se hace llaga en el cuerpo y plaga en el corazón de la humanidad.