Eugène Delacroix demoró tres meses para completar su obra más famosa, ‘La libertad guiando al pueblo’, que representa una escena de la Revolución de Julio, un movimiento popular que inundó las calles de París el 27, 28 y 29 de julio de 1830, impulsado por la burguesía contra los decretos del rey Carlos X de disolución de las cámaras y supresión de la libertad de prensa en un intento fallido por mantener el poder de la monarquía.
‘La libertad guiando al pueblo’ pertenece al Museo de Louvre y fue presentada por primera vez en el Salón de 1831 al lado de otras 23 obras con motivos revolucionarios, pero ¿cuál es el simbolismo detrás de los personajes y hechos que ocurren en la dramática escena pintada por Delacroix?
La libertad: la alegoría de un ideal
La libertad es la protagonista del lienzo. Toda la fuerza de la barricada plasmada por Delacroix recae en la mujer con el pecho desnudo que aparece en primer plano, guiando a un batallón entero. En la mano izquierda carga un mosquete con una bayoneta, mientras que la derecha carga con una bandera francesa que impulsa hacia el frente.
«Una figura femenina semidesnuda domina la pintura monumental mientras carga hacia adelante, con una multitud de revolucionarios decididos a su paso. No es una persona en específico, sino una personificación de la idea de libertad (…) en esta pintura, es idealizada pero mantiene algunas cualidades humanas».
Se trata de una alegoría de la libertad, la personificación del ideal que encarnó las revoluciones burguesas que iniciaron con la Independencia de las Trece Colonias y tuvieron su cúlmen en la Revolución Francesa y los movimientos de las décadas posteriores, que pusieron fin a la monarquía y cimentaron las bases del liberalismo que rigen al mundo tal y como lo conocemos.
«(La libertad) gira la cabeza para ver a su brigada, mostrando un perfil que recuerda a los gobernantes en monedas romanas con su nariz recta y labios llenos. Su vestido amarillo se arremolina alrededor de su figura, ligeramente atado con una cuerda roja y cayendo de sus hombros de una manera que recuerda a las esculturas griegas».
La iluminación de la obra no es natural, resulta imposible conocer la fuente de luz, que resulta irregular y dota de dramatismo distintas regiones del cuadro. En el caso de la libertad, un halo de blancura se cierne sobre su figura, mismo que contrasta con la frigia que lleva en la cabeza, un gorro icónico que fue adoptado por los revolucionarios estadounidenses y franceses como símbolo de libertad. El gorro frigio se mantiene presente en la actualidad en Marianne, la mujer que personifica a la República francesa y que pudo tomar inspiración de la alegoría de Delacroix.
El hombre del sombrero: Delacroix y la burguesía
El hombre del sombrero que carga con una escopeta de caza representa a la burguesía, la incipiente clase social que habría de guiar la Revolución Francesa y los movimientos de las décadas posteriores, enterrando el antiguo régimen y con él, a la monarquía y las relaciones de vasallaje propias del feudalismo.
Se trata del germen de la Revolución, la minoría que impulsa a otros sectores a levantarse a través de los ideales del liberalismo. Delacroix decidió tomar partido en esta figura pues presumiblemente, este hombre se trata de un autorretrato del artista.
En una carta escrita a su hermano con fecha del 21 de octubre de 1830, Eugéne aclaraba su sentir sobre la Revolución de Julio: «Mi mal humor está desapareciendo gracias al trabajo duro. Me he embarcado en un tema moderno, una barricada. Y si no he luchado por mi patria, al menos pintaré por ella». A un costado, «el hombre de la boina a la izquierda del cuadro, armado con una espada y vestido con ropa de trabajo, desempeña el papel de fabricante».
Los estudiantes, el futuro de la lucha y los obreros
A la derecha de la libertad, aparece un menor con un par de pistolas en ambas manos. Se trata de un niño que también participa en las revueltas y trae consigo el faluche, una boina negra propia de los estudiantes de entonces y carga una bolsa de la Guardia Real, probablemente tomada de algún combatiente caído (una imagen similar se reproduce a la izquierda del lienzo, donde un segundo niño lleva un sombrero de policía, el de los voltigeurs de la Guardia Nacional).
El niño principal es la inspiración para el personaje de Gavroche de Los Miserables de Victor Hugo, un niño abandonado que se une a la Revolución de Julio y se convierte en mártir del movimiento.
Los caídos, la esperanza y el fin de un régimen
Los caídos aparecen en la parte inferior de la obra. La mayoría del lado izquierdo murieron luchando por la causa, mientras un hombre malherido aparece a los pies de la libertad, mirándola con esperanza: «El hombre arrodillado, cuya sangre corre sobre el pavimento, con su pañuelo, la cabeza y su blusa enrollada, representa al trabajador del campo».
«La libertad supera una barricada de adoquines y figuras caídas, mientras un luchador cansado la mira con esperanza. Otra figura, un hombre en camisa de dormir y desnudo de cintura para abajo, se encuentra en la esquina inferior izquierda. Pudo haber sido golpeado por la oposición en su casa y arrastrado a la calle como ejemplo. Un miembro del ejército real, reconocible por su abrigo azul y sus charreteras, yace al lado de un compañero caído en la otra esquina».
En suma, la libertad se abre paso a través de un terreno inestable, dejando en el camino inertes tanto a defensores de la monarquía como luchadores de la causa, todo con un mensaje contundente: la unión del pueblo francés en la lucha para conseguir un ideal impostergable.
Notre Dame y la bandera de Francia ondeando sobre ella: el triunfo de la Revolución
Las dos torres de la fachada occidental de Notre Dame también aparecen en segundo plano, apenas visibles ante la nube de humo que rodea la obra. En una de ellas ondea la bandera tricolor, el emblema de los nuevos valores liberales que estaban por desterrar a la monarquía de forma definitiva.
Según la Enciclopedia Británica, la toma de Notre Dame fue el momento que marcó al pintor y le hizo elegir un bando en el conflicto. A pesar de que en la mayor parte de su producción artística se mantuvo ajeno a que ocurría ante sus ojos (en buena medida por su educación estrechamente burguesa, además de los diversos encargos oficiales de la Corona), al final decidió incluirse en su obra como parte de la burguesía:
«Los historiadores especularon que la dependencia de Delacroix de las comisiones reales le impidió participar en la rebelión, pero el pintor se conmovió cuando vio a los insurgentes levantar la bandera nacional francesa, Tricolor, en Notre Dame. El episodio se convirtió en el punto de inflexión legendario de la rebelión, cuando un oficial realista supuestamente declaró que ‘esto ya no es un disturbio, esto es una revolución’».
Referencias:
La liberté guidant le peuple, Dossier Documentaire, Musee Du Louvre.
Liberty Leading The People, Encyclopedia Britannica