“La hembra es hembra en virtud de cierta falta de cualidades. Es un hombre inferior.
La naturaleza sólo hace mujeres cuando no puede hacer hombres”.
– Aristóteles (384 a.C. -322 a.C.)
Nuestra historia es la de ellos. La historia de la humanidad la escribieron los hombres con sus triunfos y derrotas. Pero, ¿qué hay de nosotras?, ¿qué hay de las que nacimos de la costilla de Adán…? Cuando la misma historia, el relato de lo que nos ha traído aquí con sus ejemplos, con sus victorias, con sus anhelos es heliocéntrica, falocéntrica, y cualquiera que se haya atrevido a romper el esquema haya terminado quemada en la hoguera… Mientras se nos ha limitado a la exclusividad y virtud de ser madres, esposas o amantes “de”, es de aceptar que esto se haya impregnado en la memoria colectiva, y que a pesar de temerosos y valientes esfuerzos, tenga que seguir existiendo una fuerza feminista, que se contraponga a la machista, en vez de poder justificar que en la batalla de los sexos y del poder, podríamos ya estar en empate, y no seguir retrógradamente dividiendo jerarquías, ¿acaso ser sólo mujer no es suficiente?
No es coincidencia. Filósofos, santos, religiones, políticas y culturas se encargaron de no dejar que esta cómoda, patriarcal, autoritaria y a veces parasitaria sociedad continuara siendo así: machista (para “el beneficio de todos”). Gracias a las feministas, se dio el primer paso en la transgresión de este tabú gestado por siglos. “El tabú no se debe transgredir, pero es en la transgresión donde se entiende y se conforma. El que viola un tabú en la comunidad da el mal ejemplo a los demás, porque tienta a que otros lo violen 1 ”.
“La mujer no es más que el hombre imperfecto”.
-Averroes (1126-1198), filósofo y médico andalusí
A partir de la década de los sesenta, la frustración frente al machismo, inclusive en el ámbito del arte internacional (escuelas, galerías, museos, mercado, publicaciones, etc.) llevaron a un grupo de mujeres a revelarse ante su situación y buscar alternativas: a iniciar un movimiento feminista. En Estados Unidos, tras el grito de guerra y el llamado a lucha, una primera generación de artistas feministas empezaron a utilizar el arte para combatir la desigualdad. Para enfrentarla. Fue en esta época que las mujeres empezaron a alzar la voz sin miedo. Empezaron a ser escuchadas.
Los movimientos feministas estuvieron desde sus inicios, y hasta hoy en día, acompañados de arte, utilizado como auxiliar, ejemplo y sublimación de las creencias y de los ideales del grupo. Quizás, porque el arte logra realmente ser un método transgresor. El cuerpo como soporte fue de los grandes auxiliares para sus revoluciones, pues acompañó a la creación de narraciones, de representaciones y lecturas de su propia situación, la que existía (existe) y la que creían debería existir.
Por ejemplo, Louise Bourgeois (1911-2010) fue una artista de gran importancia dentro de la historia del arte ya que fue la primera mujer a la que el MoMA le dedicó una retrospectiva. Dentro de su obra se encuentran referencias al cuerpo de mujer. Por ejemplo, en Femme Maison (1947) podemos apreciar una mujer desnuda, de cintura para arriba, y su cabeza es como una casa que la oprime. Con esta obra se interpreta que Bourgeois representa a la mujer como ser que es aludido por sus atributos, al igual que la gran fuerza represora patriarcal que lleva sobre sus hombros.
Femme Maison (1947)
“Como individuo, la mujer es un ser endeble y defectuoso”.
– Santo Tomás de Aquino (1225-1274)
El cuerpo también es uno de los elementos clave en la obra de Hannah Wilke, como se ve en la serie S.O.S. Starification Object Series. Como ya lo expresó Barbara Kruger en 1989, con Tu cuerpo es un campo de batalla, obra que nace como respuesta a una campaña conservadora contra el aborto, “puede ser una metáfora de lo conflictivo que ha venido siendo para el feminismo el tema de la representación corporal 2”.
Partiendo de este contexto, Hannah Wilke (1940-1993) quiso reivindicar el género femenino frente al del hombre mediante su anatomía, su ser más íntimo. Valiéndose de su cuerpo en general, realizó performances, esculturas y fotografías para apoyar la ferviente causa. Su vagina fue el eje fundamental de su discurso, ícono que fue elemento y obra . Aunque resulte obvia su propuesta, ¿qué mejor manera de empezar a hacer temblar a la cultura falocéntrica que con quien “sufre” de su ausencia?
S.O.S. Starification Object Series.
Ella fue de las primeras que con su cuerpo hizo denuncia. A partir de algo propio, pudo irse lo general. Ya que la vagina era el elemento diferencial, la causa de sus “penurias”, lo que la convertía en mujer, ésta debía ser el centro del discurso, la base del levantamiento. Si su representación siempre había sido un tabú, había que romperlo.
Vemos que la artista pudo dar el salto hacia el ámbito de lo público para criticar una situación que sigue vigente años después. De manera muy poética, a través del arte, Wilke elaboró su propuesta. Recreó y modeló multiplicidad de vaginas con materiales que iban desde el látex, chicle, hasta cerámica. De diferentes formas y tamaños. Éstas simbolizaban y aludían a diferentes mujeres, aún así, las reducía a objetos. Seres identificables por sus atributos anatómicos, no intelectuales ni de poder. Metáfora de nuestra existencia histórica.
Sweet sixteen, 1978
“Las mujeres no son más que órganos genitales articulados
y dotadosde la facultad de gastar el dinero del hombre”.
– William Faulkner (1897-1962) narrador y poeta estadounidense
Wilke hizo de la cuestión sexual un objeto, así como de su propio cuerpo. A primera vista sus imágenes son cómicas: ver a alguien recubierto de “mini vaginas” hechas de chicle podría hasta parecer gracioso. En realidad es una obra transgresora: rompe tabúes, rompe los límites entre lo privado y lo público, rompe con un legado que ha reducido a la mujer a objeto de placer y “fruto fértil de amor y vida”, y esto, nunca será un chiste.
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Referencias:
[1] Montes de Oca Sicilia, María del Pilar. De todo, excepto feminismo. Indagaciones acerca de las palabras, la vida, el amor y el género. México D.F.: Algarabía Editorial: 2012
[2] Alario Trigueiros, María Teresa. Arte y feminismo. Editorial Nerea: España, 2008