Ana Mendieta (1948 – 1985) fue una artista cubana, víctima de la Operación Peter Pan: “La operación Peter Pan, fue un programa que creó el Gobierno estadounidense a principios de 1960, cuyo objetivo era dar refugio a los hijos de los cubanos que se oponían al gobierno revolucionario”. Partiendo de un discurso personal y de la salida de su patria, realizó su propuesta artística. Con este traslado, Mendieta perdió gran parte de su identidad cultural al ser sacada de su país de origen, de sus raíces. La reubicación fue un tema recurrente en la obra de Ana Mendieta, quien se valió del arte y de los performances para sublimar el sentimiento de pérdida y para tratar su experiencia personal. Mejor conocida por su “earth-body art”, sus obras autobiográficas buscan un encuentro con la tierra; simbolismo o alegoría del origen, de las raíces. Fue a través de ellas que pudo elaborar temas feministas, sobre la violencia, la vida y la muerte, pero sobre todo sobre pertenencia.Ella, a través de su situación de mujer y emigrante, encapsuló en su cuerpo de trabajo compuesto por fotografías, película y esculturas todos sus problemas de desplazamiento.Uno de sus primeros grandes trabajos fue su serie titulada Silueta (1973-1980); donde realizó siluetas para establecer un diálogo con la tierra. En ese momento, el Land art, body art y performance eran géneros emergentes, y Mendieta se nutrió de las nuevas propuestas para complementarlas entre ellas. Su cuerpo desnudo se volvió parte de la obra que la llevaría a conectarse con la Tierra. La serie recolectaba una serie de siluetas femeninas impresas en la naturaleza; tanto en arena, barro o hierba y definidas con materiales naturales que iban desde flores secas y piedras hasta sangre; primero momento que utilizaría el fluido vital.
Más tarde lo retomó con la que sería quizá su acción más controversial, el performance que hizo en su casa de Iowa, titulada “Rape scene”. En el año 1973, en la Universidad de Iowa, violaron a una estudiante. Consternada por la noticia, y sobretodo alimentada por las ganas de generar controversia, Mendieta invitó a sus amigos y compañeros a su casa. Dejando la puerta abierta, procedió a realizar su performance: se desnudó de cintura para abajo, y se presentó maniatada y con todas las piernas llenas de sangre, simulando la historia que sufrió en realidad la joven que fue violada en el mismo campus.
Es una obra que definirla como transgresora es decir poco. Es abyecta. Es violenta, fría, dura, degradante. La denuncia no puede ser más evidente, y con el impacto que genera busca provocar, hacer conciencia sobre la violencia de género. La artista no buscó hacer una representación; sino ser el acto mismo de la violación, sin tapujos ni adornos. Realidad pura.
Otra serie un poco menos controversial, fue Untitled (Facial Hair Transplants) 1972; en ella, utilizó vello púbico para hacer una crítica feminista: ¿sí tengo vello facial, como un hombre, tendré control y autoridad como él?.
Arena, mujer (1983) es otra propuesta con la que la artista, en esa conversación que nunca terminó con la tierra, buscó evocar a los seres primitivos de la santería y a los espíritus de la tierra, con mujeres realizadas en arena. “En sus obras existe una tensión constante entre lo fecundo y la muerte, la cultura y la naturaleza, cuerpo y tierra, como una invocación de lo arquetípico y lo femenino”[1].
Para Ana Mendieta luchar por la cultura fue luchar por la vida. En su búsqueda del origen siempre se mantuvo en relación con la muerte; en el sentido cíclico de la vida: temas que nunca pudo separar de su obra.
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Referencias:[1] L.F. Cao, Marián. Creación artística y mujeres: recuperar la memoria. Narcea: España, p. 139