En la antigüedad, los fenómenos astronómicos eran considerados señales divinas. Con el paso del tiempo la percepción de los fenómenos adquirieron explicaciones científicas, sin embargo, no está de más conocer aquella mítica que rodeó a lo inexplicable hace siglos.
El rey Herodes
Herodes era un político romano de Israel en la época de Cristo. El gobernante se enamoró de la hija (de otro matrimonio) de su esposa Herodías.
La joven se llamaba Salomé, quien es descrita como “seductora y de una belleza inaudita”.
El enamorado mandamás le pidió a Salomé que le bailara la “Danza de los siete velos”, al menos así puede encontrar en Mateo 14: 6-11 aunque la danza no se cita con tal nombre, pero adquiere la referencia por la obra de teatro de Salomé de Oscar Wilde (1981).
A cambio del baile le ofreció diversas riquezas, incluso la mitad de su reino, pero ella se negó rotundamente.
Juan Bautista
Al poder obtener lo que quisiera (a ofrecimiento de Herodes), Salomé pidió la vida de Juan Bautista. Pese al busca runa alternativa, el rey terminó accediendo y presentó la testa del mismo como sacrificio a la mujer.
Juan Bautista había sido encarcelado por sus discursos entonados que habían afectado al orden establecido según diversos relatos. Como contexto, el mismo personaje fue encontrado culpable de insultar a Herodías, madre de Salomé quien debió convencerla de pedir tal regalo a cambio de su danza.
Herodes de acuerdo con el Evangelio de San Marcos, consideraba a Juan Bautista como un hombre justo y se negaba al inicio a realizar tal acto ante las peticiones de su esposa Herodías. Sin embargo, la petición de Salomé frente al público y sobre todo, después de que el rey le ofreció “lo que quisiera” le hizo cometer el acto.
Sin embargo, el mismo tiempo convirtió a la historia en un montón de imprecisiones. Salomé nació en el año 18, tenía en el momento de la historia 11 años aproximadamente y el término griego utilizado en el Evangelio es el de “korasion”, un diminutivo de niña que además tiene un contexto desprovisto de feminidad.
Es decir, lejos del baile lascivo que se presume en muchos espacios, puede que no se tratara más que un baile de cumpleaños a un familiar.
Volviendo al contexto de la Luna de Sangre, la presentación del sacrificio coincidió con un eclipse lunar, evento en el que particularmente el astro se tiñe de tonos rojizos. Desde ese entonces al fenómeno se le conoce también tal cual.
¿Cómo son los eclipses de Luna?
Durante los eclipses de Luna la Tierra se interpone entre el Sol y la Luna, por lo que la sombra de nuestro planeta se proyecta sobre el satélite.
Generalmente prevalecen tonos rojizos que son producidos por las partículas de la atmósfera y cómo reflejas las luz solar a la Luna. Es un fenómeno similar al atardecer.
Debido a esa situación se le llama también Luna de Sangre. La naturaleza del evento hace que el eclipse se pueda ver a simple vista sin necesidad de proteger al espectador con ningún aparato especial.