Está como me gusta, término medio.
Algo crudita, inocente ante el mundo, sin experiencia alguna,
poco curiosa, con ganas y tímida a la vez;
ella me escucha hablar y su atención me dice que desea aprender de mí.
Escucharla me provoca abrazarle la voz.
Yo también le presto atención a sus preguntas, a veces son algo tontas,
otras inapropiadas, pero eso me gusta aunque le pellizque cuando insiste
en algo que aún no debe saber, sino aprender por ella.
Las ganas que tiene de comerse el mundo me atrapa, me ata, y no me deja huir,
es placentero porque también estoy aprendiendo.
No sé que nombre colocarle a esto, no somos nada,
ella no se aburre de buscarme, no se rinde,
y yo sólo sonrío porque hasta en su fastidio me gusta tenerla conmigo.
Creo que ella y yo somos un caso especial, no quiero que se vaya,
quiero que se quede, pero por mucho.
Que camine por la casa semidesnuda, que me quite y me ponga el sueño,
que sea ella, sólo ella la que domine a esta bestia.
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Si esa persona aún no siente nada por ti, entonces estos poemas de Amado Nervo se los puedes dedicar el día que te empiece a querer.
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Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a Marcella Laine.