¿Eres de los que exhiben su amor por la naturaleza en su propia piel? Tal vez estás plenamente consciente de que la madre tierra es el origen de todo, incluidas las depravaciones, y por esa razón entiendes que, al ser un organismo vivo que atraviesa infinitos procesos producto de la evolución, lo que podría afectarte a ti también puede repercutir en el ambiente, que también respira, siente y padece.
En todo caso, no debes desesperar si tu rutina en la ciudad te colma de angustia y tensión. Hay opciones para oxigenarte, despejar tu mente y aligerar el peso del agobio. Por ejemplo, podrías considerar hacer tus maletas y visitar algún sitio que te nutra ecológica y espiritualmente o podrías viajar pero desde la comodidad de tu hogar, apertrechado en tu cama o sofá con una buena lectura. Es por eso que te presentamos esta lista de libros que te ayudarán a entender mejor el sentido del ambiente y el aire libre en tu vida para llegar a un estado de paz interna con la naturaleza.
La selva, de Luciana Villegas
La selva es la primera publicación de Luciana Villegas, quien propone una poesía fresca y profunda como el olor de las gardenias. En la obra, Villegas conduce al lector por las emociones que produce la humedad fresca de una noche después de un fuerte aguacero o la seca y vacía soledad del desencuentro amoroso. Este libro, producido y difundido de forma independiente, no sólo contiene poesía, sino música original e ilustraciones hechas por la autora.
Robinson Crusoe, de Daniel Defoe
Este gran clásico de la literatura juvenil, considerado la primera novela inglesa, nunca pasará de moda. Robinson Crusoe es un marinero que, movido por la avaricia, va en busca de esclavos a África. Después de ser hecho prisionero, su barco naufraga y él aprende a sobrevivir en una isla desierta. La ambición y la avaricia nos pueden llevar al fracaso, pero por otro lado, la inteligencia y el conocimiento de la naturaleza nos pueden salvar. El premio Nobel de Literatura J.M. Coetzee dijo en su discurso de aceptación que Robinson Crusoe había creado a Daniel Defoe, es decir, que el personaje es quien hace al escritor. Coetzee reflexiona en torno al narrador en primera persona, porque dice que de pequeño creyó que Robinson Crusoe, el personaje, había escrito su propia historia y Daniel Defoe, el autor, la había robado.
Hojas de hierba, de Walt Whitman
Es muy fácil encontrar una fuerte relación entre poesía y naturaleza. Hojas de hierba, de Walt Whitman, es una de las más puras manifestaciones de esta hermosa combinación. Whitman, padre de la poesía estadounidense, nunca estuvo satisfecho con su gran obra maestra porque la modificó y editó más de ocho veces. Un dato curioso es que la primera impresión consta únicamente de 12 poemas y la novena y última reúne más de cuatrocientos. Hojas de hierba ha inspirado a muchos escritores a lo largo de la historia. Una de sus virtudes es que puede leerse sin tener que seguir algún orden.
El llamado de la selva, de Jack London
Es el libro más leído de Jack London. Buck, un perro doméstico que es vendido y entrenado como perro de trineo en Alaska, descubre la lealtad y la venganza. Jack London tuvo una vida polémica. En sus obras muestra un gran cariño y pasión por la naturaleza, pero fue acusado muchas veces de plagio. Este libro fue uno de los que inspiró al aventurero ermitaño Christopher McCandless para adentrarse en los inhóspitos territorios de Alaska, donde murió de hambre y frío.
Un viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda
Este long-seller (libros que se venden muy bien a lo largo de los años) de Luis Sepúlveda nos lleva al Amazonas a descubrir palabra por palabra la vida de Antonio José Bolívar Proaño, un viejito que lee muy lentamente, pero que sabe pelear con tigrillos y defender a sus amigos indígenas.
El viejo y el mar, de Ernest Hemingway
Una novela corta que trata la relación del ser humano con la naturaleza con una destreza narrativa casi perfecta, además de invitar a reflexionar acerca de la pobreza, la edad, la paciencia, el vínculo humano con (un) Dios y el vacío y la plenitud que sólo se alcanza en períodos de soledad. Una metáfora del mar como un plano existencial.
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La naturaleza suele asociarse con lo materno por su capacidad de gestar. Es un rasgo de lo femenino como fuerza procreadora y entidad dadora, pero también puede aplicarse una visión erótica y de la mujer, sobre todo desde el punto de vista visual.