En la escuela, siempre escuchamos a los profesores decir que tenemos que leer tal libro porque es un clásico latinoamericano o algo por el estilo; y seguramente algún amigo también nos ha dicho que si no leemos a tal autor o autora simplemente no estamos leyendo la verdadera Literatura. ¿Pero es esto cierto?, ¿existe obra alguna que todos deberíamos leer aún fuera del rigor académico? La verdad es que no, y que todo lo que te han dicho al respecto no es más que una falacia pretenciosa.
Las grandes obras se ganan su lugar por su momento histórico, su técnica, su estética, su repercusión social, etcétera. Todos esos factores en conjunto hacen que las altas esferas académicas las conviertan en objeto de estudio. Lo impuesto por el canon también sigue los intereses del mercado que dominan las grandes editoriales. Sin embargo, el lector o lectora terrenal ―por llamarlo de algún modo― no tiene por qué seguir este esquema a rajatabla.
Con esto nos referimos a que puedes leer Rayuela, Cien años de soledad o cualquier obra encumbrada y considerada como indispensable; pero eso no te obliga a que te guste. Recordemos que muchas veces en las escuelas se deja la tarea de leer un libro, pero en una práctica antipedagógica se nos impone que además nos debe encantar y el mensaje que esta nos debe dejar se determina desde antes de que cada alumno pueda llegar a su propias conclusiones, bajo su propio criterio. Así, mediante la limitación de los intereses personales, los lectores van perdiendo todo pensamiento crítico y son obligados a uniformar su sensibilidad.
Lo hemos escuchado cientos de veces: “la primera vez que intenté leer ese libro fue porque me lo dejaron de tarea y terminé bajando el resumen de internet, pero lo leí años después y me gustó mucho”. Claro, porque todo lo que se impone termina por ser detestado. Para fomentar el gusto por la lectura en las escuelas hay que tener un amplio catálogo de títulos en la biblioteca, y dejar que cada quien desarrolle su propio criterio, que los alumnos se vuelvan seres pensantes y en medio de todo eso quizá fomentar una que otra lectura que vaya con el programa.
Algunos de estos títulos de los “géneros menores” se convirtieron en verdaderos fenómenos sociales —como los cuentos y novelas de Sherlock Holmes escritos por Arthur Conan Doyle—, y otros entrañables escritores como Jorge Luis Borges, Umberto Eco y T. S Elliot manifestaron su admiración por el personaje y la obra del autor. Por eso hay que entender que la Literatura es una cosa muy extensa, tan extensa como los gustos de la gente. Si te apasiona leer novelas de detectives dilo sin miedo, si lo tuyo es el género gótico con sus historias de vampiros luminosos también estás en tu derecho a leerlo sin ser juzgado, lo mismo con las novelas young adult o los cómics. No te sientas culpable, sólo recuerda que lo recomendable es no limitarse.
Todo está bien, porque cuando se trata de gustos no existe una Policía de la Literatura que te pueda multar por no haber leído El laberinto de la soledad de Octavio Paz. Ya llegará el momento en el que quieras hacerlo; y si no llega no pasa nada, mientras sigas leyendo lo que se ajuste a ese momento que vives. Además, es mucho más fácil que una persona con gusto por la lectura busque después un reto intelectual “superior” para ir a la librería o a la biblioteca y pedir El Quijote, o algo de James Joyce y de Virginia Woolf.
No pasa nada, lee lo que te guste; ya sea Batman: La Broma Asesina, El Diario de Bridget Jones o Drácula, pero sigue leyendo. Consume ficción, porque esa sensibilidad que se genera mediante el pensamiento abstracto no te la puede proporcionar ningún manual o panfleto que intente aleccionarte. Por eso no hay mejor manera de aprender que autoexplorando. Lee, hazlo por placer y no por obligación, eso es todo.
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Hay escritores que se vuelven atemporales por escribir libros cuyos temas son universales y las historias nos dejan mucho más de lo que podemos esperar. Tal vez los libros favoritos de David Bowie puedan hacer volar tu mente. O si estás listo para un desafío, te proponemos un reto literario que te hará leer cosas que nunca imaginaste.