El Oscurantismo había traído consigo la imposición de estrictas reglas que premiaban las creencias en el cristianismo y castigaban toda idea brillante que se saliera del estándar. La religión se había convertido en lo más importante en todo el continente europeo. Nadie podía pensar libremente y los dogmas eran el absoluto para que los individuos marcaran su destino. La población estaba sumergida en la ignorancia, los libros eran leídos por muy pocos y nadie estaba dispuesto a aceptar postulados científicos como reales. Tal como lo describió Nietzsche siglos después; «el elemento esencial en el negro arte del oscurantismo no es que quiera oscurecer la comprensión individual, sino que quiere ennegrecer nuestra imagen del mundo, y oscurecer nuestra idea de la existencia».
Así, aunque con el Renacimiento las ideas sobre humanismo comenzaron a proliferar y la clase ilustrada tenía una nueva visión del mundo, aún existía recelo y el poder de la Iglesia si no absoluto, era muy grande. Con el auge de las artes, pintores y escultores comenzaron a buscar nuevos mecenas para impulsar sus creaciones y uno de ellos fue la Iglesia, quien con tantos recursos logró promover las artes mientras los Papas de la época se cubrían en riquezas, se enfocaban en la política y gozaban la vida con placeres mundanos.
El Papa Sixto IV fue quien planeó la recuperación y restauración de la capilla Magna, misma que ahora conocemos como la Capilla Sixtina (de hecho retoma el nombre del pontífice). Después, cuando el Papa Julio II toma su cargo, le pide a Miguel Ángel que decore el techo de la capilla.
Miguel Ángel, quien mantenía sus ideas humanistas y las unía con su fe, logró crear impresionantes esculturas, poemas y pinturas que cuestionaran la religión, mostraran la razón sobre los dogmas y fueran un análisis profundo del ser humano. Quizás esta sea la razón de que dejara tantos indicios e incógnitas en su creación, mismos que han sido interpretados por estudiosos e historiadores.
Una investigación y análisis realizado en 2016 y publicado en la edición especial de octubre de la revista de Anatomía Clínica, el doctor Deivis de Campos de la Universidad Federal de Ciencias de la Salud de Porto Alegre, Brasil, asegura que la Capilla tiene muchos secretos que se centran en la anatomía femenina.
Los cuernos de los carneros podrían representar el sistema reproductivo femenino: las trompas de falopio, útero, ovarios y la fuerza de la mujer. En contraste, el símbolo pagano para representar a los hombres es un triángulo. En la capilla, todos los carneros tienen debajo un triángulo que toca el hocico, como si estuvieran, hombre y mujer a punto de fornicar.
Debajo de algunos de ellos están colocados, además, círculos que se entrelazan con cordones y conchas, ambas cosas también podrían remitir a la vagina de las mujeres, tal como lo hizo Botticelli en el Nacimiento de Venus.
En medio del techo de la capilla sixtina, Eva implora. Con sus brazos forma una perfecta “V”, “el cáliz del que brotan todas las fuentes de vida”. La “V” era el símbolo pagano para representar a la mujer, a la vagina y la energía femenina.
Aunque no es un órgano femenino, Miguel Ángel optó por pintar a las mujeres como seres con poder y fuerza; en las escenas principales y con posiciones dominantes. Con una gran influencia de los griegos y las tradiciones paganas, Miguel Ángel veía a la mujer como los paganos también lo hacían: con un profundo respeto por ser dadoras de vida.
El diario The Telegraph asegura que probablemente las alusiones a la fertilidad femenina son parte de una rebelión artística pues, aunque Miguel Ángel aceptó pintar la Capilla, lo que él amaba siempre fue la escultura. La realización de su obra maestra le tomó cuatro años; después de su muerte, en 1564, los cuerpos desnudos quedaron cubiertos con paños después de que el maestro de ceremonias pontificio Biagio da Cesena lamentara que fueran mostrados sin reparo: «los muchos cuerpos desnudos, que muestran su vergüenza, quedan poco elegantes en un lugar tan digno como la capilla pontificia y son más bien propios de un baño público o una posada».