¿Alguna vez te has perdido en un terreno desconocido? ¿Te has preguntado cómo reaccionarías si de repente la selva te consume y no sabes cómo volver a casa? Si en verdad serías capaz de hallar el camino de regreso al encontrarte atrapado en las garras de una naturaleza desconocida e inexplicable, o si no podrías soportar la certeza de lo diminuto que resulta tu ser ante la inmensidad de todo aquello que no podemos comprender, ¿sabrías hacia dónde dirigirte cuando no distingues nada entre las sombras?
En esos momentos determinantes aparece el fantasma del miedo que adquiere diferentes formas que no logras explicar, entre ruidos que te desconciertan y guían tu mente hacia los espectros que nublan tu mente. Así, entre las ramas filosas y hojas puntiagudas, la selva se convierte en una sensación de incertidumbre y desconcierto que te rodea cuando te alejas de lo conocido para enfrentar el caos y ser otra persona.
Así surgió el más reciente proyecto de la artista contemporánea mexicana Verónica Bapé, cuando durante una residencia en Tulum se internó en la selva y se perdió durante varias horas sin poder encontrar la manera de volver y sin saber si alguien estaría buscándola.
Al caer la noche, Bapé se quedó sola en una profunda oscuridad que no había experimentado antes, pero aunque desconocía la noche de un territorio sin las luces a las que la ciudad nos tiene acostumbrados, entre la desesperación —tras dos horas perdida— halló algo conocido: una sensación. En la situación límite a la que se enfrentaba la siguió el mismo impulso que experimentamos en la vida cuando las decisiones te dirigen hacia un sitio ajeno y desolado, sólo que esta vez se encontraba físicamente aislada y no sólo emocionalmente perdida. La selva se presentó ante ella como un terreno desconocido, y por naturaleza agresivo, puntiagudo y violento.
En la oscuridad total se dio cuenta por primera vez de que la selva siempre está en movimiento, pues aun cuando la observamos y parece imperturbable, hay una gran cantidad de cosas sucediendo a cada instante: el vuelo de insectos y aves, las hojas cambiando de color, y la luz que revela nuevas sombras al interactuar con las horas del día. Todo a su alrededor estaba vivo mientras la rodeaban sonidos que era incapaz de distinguir. Descubrió entonces que la selva, como la vida, siempre está en movimiento y nunca permanece estática, porque aunque apenas alcanzamos a percibirlos son los pequeños cambios los que eventualmente modifican el paisaje.
A partir de esta experiencia su obra remite a los sentidos y a la percepción espacial como una forma de autoconocimiento al entender cómo la presencia y la ausencia construyen la realidad. Esa reflexión la transporta a un proceso artístico, a reconstruir la experiencia y deconstruirla para entender el espacio en el que te encuentras, cómo funcionas en él y qué haces para sobrevivir ante un terreno desconocido. Esta experiencia de perderse para volver a encontrarse desde una perspectiva distinta es el eje central de la exposición Abundante cosa, la cual surge de una experiencia personal y se convierte en el relato en primera persona de un único testigo, la artista misma, transitando la abundancia y el misterio de la selva durante la noche, en palabras del curador Christian Barragán.
«Vi la selva / Toqué su abundancia en la oscuridad de la noche / Pero no pude sostenerla y me perdí / Anduve a tientas, sin certeza. / Yo vi la selva». Verónica Bapé
Los límites de lo visible juegan un papel esencial en sus piezas, así como la manera en la que confluyen la imaginación y la intuición al representar el mundo desde un nuevo ángulo. Esta capacidad para ofrecernos sensaciones y recrear las experiencias se convierte en el sentido de su arte, porque Bapé encuentra desde la abstracción un lenguaje que fusiona el color, el material y el misterio. Le interesa visibilizar lo invisible, aunque prefiere los conceptos “poco visible” o “invisible”, porque remiten directamente a la mirada y sus obras siempre se enfocan en la percepción de lo que está frente a nosotros y no se ve pero se indaga y se intuye.
Abundante cosa es una forma de leer el mundo con la misma intuición que la ayudó a enfrentar a la selva y que guía su proceso creativo en la elección de materiales corpóreos como presencias: la espesa textura del óleo, la flexibilidad de la cera y la composición del fieltro como entes que recrean una sensación imposible de describir con palabras.
Esta exposición nos invita a reconocer que la imaginación también es una manera de hallar territorios y planos desconocidos de la consciencia que suelen permanecer ocultos. ¿Por qué no confiar en nuestra mente y en la capacidad que tenemos para soñar? ¿Por qué cerrarnos a un sólo plano de realidad y no empezamos a cuestionarnos lo que puede ser o no?
Abundante cosa habita el misterio y la irremediablemente seductora sensación de no saber lo que es, pero querer descubrirlo, al explorar el interés común por aquello que llamamos sobrenatural porque va más allá de nuestro entendimiento racional. En este sentido Bapé nos regala una gama de realidades en potencia, como la describe el curador de la muestra. Esta exposición permite entender que hay algo más allá de lo que se presenta frente a nuestra mirada porque vivimos y coexistimos entre la ficción y la realidad, sobre todo en aquellas situaciones donde la mente juega con nuestros sentidos y enfrentamos encuentros “fantasmales”, o fenómenos a los que nunca les hallamos una explicación lógica y nos mantienen en la eterna duda de saber si en realidad sucedió o lo fabricamos en nuestra mente.
Desde su experiencia, la artista nos ofrece su propia sensación del mundo, no como un recuerdo vívido, porque no lo hace de manera realista, sino como una comunión de elementos inexistentes o inventados, una construcción de sensaciones y atmósferas. No es un recuerdo íntimo, sino una experiencia que puede ser común a través de metáforas sobre el hecho de estar presente en un espacio, con piezas abstractas que remiten a la experiencia pura. Esta posibilidad de construir otros espacios, otras ideas y otras imágenes es lo que describe Bapé como la razón de ser del arte: una construcción de experiencias que necesitan vivirse para descubrirse, aunque no puedan explicarse.
La abundante cantidad de sensaciones a las que nos enfrentamos en la vida son nuestra propia selva, y el encuentro siempre incómodo y violento con uno mismo es la verdadera labor de un artista que se confronta y desafía sus demonios para asumirse como creador y asumir la posibilidad de compartir una sensación, exponerse abiertamente al mundo.
Esta exposición desafía nuestra percepción espacial y simbólica, en un espectro poético que nubla la visión de la realidad para regalarnos la posibilidad de ahondar en la imagen y en el espacio construyendo un nuevo lenguaje sensorial, lejos de lo evidente. Bapé nos invita con éxito a leer el mundo desde su mirada, con la seguridad de que existen otros planos donde en este preciso instante algo está sucediendo, y aunque no lo veamos ni podamos comprenderlo nunca, nadie puede negar que existe.
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No te pierdas los últimos días de enero Abundante cosa, muestra de Verónica Bapé en el proyecto 1 mes, 1 artista de la agencia DEAR en la galería 123, ubicada en la Calle Artículo 123, en el Centro Histórico.
Además, el próximo viernes 26 de enero a las 17:30 hrs. 1 mes 1 artista presenta una charla con Verónica Bapé y Christian Barragán, curador de la muestra. La entrada es libre.
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Conoce más de su obra en Instagram y descubre cómo el arte logra transmitir experiencias sensoriales y compartir nuevas formas de construir el mundo y a sí mismos, como las pinturas de fuego de Sabino Guisu que demuestran que los mexicanos sabemos renacer de las cenizas o Amparo Sard, la artista que nos enseña que los huecos son necesarios para sanar las heridas.