Llegas al café y cierras tu paraguas. Miras tus manos y descubres que no han cambiado lo suficiente como para olvidar aquellos momentos que, quieras o no, fueron lo más importante en alguna época.
Te sientas y miras hacia la calle. Las luces de los autos se ponen de cabeza dentro de las gotas que se deslizan sobre el vidrio empapado; un presagio de lo que está por pasar con tu mundo. Esperas y sin notarlo demasiado, te encuentras tarareando esa canción especial que te transporta algunos años atrás y que durante mucho tiempo preferiste evitar.
Miras tu teléfono: asombrosamente llegaste temprano. ¿Acaso te importa demasiado y no quisiste quedar mal? ¿Qué esperas de este encuentro? Sin saber muy bien la verdadera razón que te animó a venir, te descubres esperando con impaciencia, mirando de un lado a otro de la avenida. De algún modo, quieres ser la primera que establezca contacto visual entre ambos y no verte sorprendida con lo que sigue.
De pronto, tu corazón se detiene por un instante. Él cruza la puerta y tu mente vuela algunos años atrás, recordando los grandes momentos que vivieron juntos, sin olvidar aquellos negros instantes que los hicieron tomar caminos distintos; hasta ahora. Todas las dudas se multiplican conforme se acerca a ti. Estás frente al amor de tu vida, después de tanto drama y pasión desmedida. Luego del instante en que le prometiste que nunca más volvería a saber de ti. En tu futuro inmediato se vislumbran dos posibles escenarios, ¿cuál será el tuyo?
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Recordarás cuán ingenua eras y todas las tonterías que hicieron. Tu nerviosismo se irá conforme lo encuentres cada vez más terrenal, menos perfecto, lleno de los defectos que llevaron su relación al traste. El misterio que envolvía su esencia se disipó: ya no huele como antes y ha perdido ese encanto juvenil por el que fuiste capaz de todo y un poco más.
Algunas de sus frases te parecen trilladas, como parte de un libreto que memorizaste por años, de un epílogo del que no podías escapar y que te costó lágrimas y meses en depresión dejar de lado. Al mismo tiempo, notarás que esa persona sigue inmersa en una dinámica similar a la de hace años, cuando dabas todo por él.
Con cada palabra, tus pies volverán a la tierra y tu alma inquieta tomará aire de nuevo. Saldrás bien librada: hace tiempo hiciste todo lo posible por solucionar algo que nunca tuvo pies ni cabeza. Ahora te enfrentas a otra realidad, has crecido emocional y personalmente como para saber que no mereces nunca mas encontrar a alguien como él, no como pareja.
Al final, te darás cuenta de que su relación fue una gran experiencia, sin la que con toda seguridad, nunca habrías sido tan feliz en el plano emocional. Después de un suspiro profundo, te quitarás un peso de encima y podrás apreciar de mejor forma todos sus defectos: al mismo tiempo sabrás que no fue el amor de tu vida, pero conocerlo y aprender con él de todo lo que salió mal fue necesario para ser quien eres ahora.
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-2-
El tímido beso de saludo moverá más dentro de ti de lo que imaginabas. Su olor característico poseerá tus neuronas y de inmediato vendrán a tu mente momentos únicos que ni siquiera recordabas y que te hicieron soñar despierta.
Una extraña sensación se apoderará del ambiente. Sin siquiera advertirlo, la entusiasta y atropellada charla consumirá las horas como minutos y llegará a un punto de no retorno. Las risas y malas bromas que tanto te enamoraban estarán ahí de nuevo y esa forma de pensar que te atrapaba aparecerá intacta, como si el tiempo apenas hubiera pasado en ambos.
De pronto, un silencio y una sonrisa tímida poseerán el instante. La lluvia afuera, las luces de los automóviles, las charlas de los demás comensales y el ruido de los utensilios de cocina chocando entre sí desaparecerán repentinamente. Una sola pregunta invadirá sus mentes: “¿Por qué terminamos?”.
Sin saber exactamente la respuesta, en sus ojos verás un abismo de locura que suena tan absurdo como dulce y te llama a entregarte una vez más a la llama que alimentó tu voluntad en el pasado por tanto tiempo. Sabes que la tarde podría terminar de la forma que menos imaginaste –y tal vez, de la que más deseabas– y dejas que el subidón de adrenalina se apodere de ti. Cada momento es más excitante a pesar de que no sabes como actuarás al segundo siguiente. Se acercan mutuamente hasta que la distancia es insalvable y, finalmente, tus labios vuelven a experimentar esa tibia sensación de estar flotando sobre tus pies. Todo lo demás no importa.
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¿Alguna vez has llegado a la conclusión de que echas de menos algo de una relación anterior, pero no a la persona con quien estuviste involucrada? Presta atención y detecta las “Señales de que no extrañas a tu pareja sino a la persona que eras cuando estabas con ella”. De forma absurda, la mayoría de los hombres consideran que existen algunos detalles que nunca deben revelar a su pareja. Entérate de cuáles son luego de leer las “Cosas que los hombres jamás les confesarán a sus novias”.