–Tortuga, ¡ven por favor!
–¿Qué quieres de mí, escorpión?
–Pequeña tortuga, tengo una urgencia y debo cruzar hacia el otro lado del río, ¿serías tan amable de llevarme sobre tu lomo?
–No puedo, eres un escorpión y en cuanto me acerque a ti me picarás y moriré.
–En verdad necesito cruzar al otro lado y no tengo tiempo para rodear el río; es una pena que no me quieras ayudar sólo por que soy un escorpión, yo no tengo la culpa de ser lo que soy.
–Lo siento mucho, pero no puedo ayudarte o me matarías.
–Por favor espera, te propongo lo siguiente. Acércate a la orilla del río y yo subiré a tu lomo mediante un salto, de ese modo estarás segura. Además, si yo te pico nos hundiríamos los dos, si tu mueres yo moriría también.
La tortuga lo pensó una y otra vez, hasta que la explicación del escorpión la convenció de ayudarlo.
–Está bien, te llevaré al otro lado.
Justo cuando cruzaban sobre la mitad del río ella sintió un pinchazo en el cuello y mientras todo su cuerpo se adormecía alcanzó a preguntar:
–¿Qué pasó? ¿Por qué lo hiciste?
–Lo siento, no pude evitarlo, está en mi naturaleza…
Además de ser una fábula milenaria que se le adjudica a Esopo, un fabulista de la Antigua Grecia, este relato es una cruda y sublime analogía sobre las relaciones codependientes. Este tipo de parejas se caracterizan por dos personalidades clave, un dependiente y un narcisista; es decir, una tortuga y un escorpión. El origen de estos vínculos patológicos surge de la unión de dos personas que necesitan una misma cosa en formas opuestas, es decir del intercambio de un amor desigual. Uno de ellos le teme de manera irracional a la soledad, necesita de otro para existir, precisa amar todo el tiempo y pende de la atención de alguien más. El segundo adora sentirse amado, necesitado y admirado de manera exagerada por su pareja.
La fábula de la tortuga y el escorpión explica por qué dependemos del amor de otra persona, a través de la caricaturización de los dos personajes que protagonizan una relación desequilibrada.
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Personalidades dependientes
Ellos requieren que los demás se ocupen de sus necesidades, que alguien los salve, que enfrenten sus miedos por ellos, que los hagan sentirse parte de algo. Los dependientes aseguran que no son capaces de valerse por sí mismos, por ello buscan la ayuda de otro para solucionar sus problemas, tomar decisiones y apoyarse en todo momento. La personalidad de la tortuga en esta fábula refleja la necesidad que las personas dependientes tienen de sentirse especiales. Ellas poseen dificultades para expresar el desacuerdo, por lo que acaban aceptando situaciones que no desean con tal de no enfrentarse al rechazo. No soportan la idea de sentirse solos u odiados y no saben lidiar con el enfado de sus parejas.
Por todas esas razones muchos entablan relaciones desequilibradas, pues su temor a la soledad les impide alejarse de su pareja, aún si ésta les hace daño. La visión poco optimista que tienen de la vida y la falsa creencia de su incapacidad los orilla a buscar la protección de alguien que consideran superior. Por ejemplo, cuando la tortuga se sintió amenazada, pero al mismo tiempo atraída por el instinto letal del escorpión.
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Personalidades narcisistas
Este tipo de personas suelen tener numerosos problemas con sus parejas, pues los narcisistas únicamente están enamorados de sí mismos y son incapaces de amar a otro. No obstante, ellos están totalmente dispuestos a recibir todo el amor que alguien más les pueda dar. No comparten su vida con generosidad, la soberbia los lleva a vivir enfrascados en sus propias necesidades y sentimientos. Su narcisismo los vuelve egoístas y manipuladores, son expertos en manejar las emociones de los demás y sólo son capaces de comprender sus propios intereses y sentimientos.
Para los narcisistas es imposible aceptar un error o una derrota, por lo que resulta imposible discutir con ellos. La actitud de estas personalidades siempre es condescendiente con su pareja, pues consideran que quienes están con ellos son sumamente afortunados. Su sentimiento de superioridad siempre está presente y esto les impide crear vínculos verdaderos con los demás. Al igual que el escorpión de la fábula los narcisistas necesitan ser admirados, no importa si el miedo es lo que inspira este encandilamiento. Cuando la pareja de un ególatra deja de adularlo e intenta mostrarle la realidad de sí mismo, el narcisista no soporta la crítica y comienza a defenderse de forma hiriente.
El trastorno de la dependencia emocional es más grave de lo que se piensa. Las relaciones conformadas por un narcisista y un dependiente son tan riesgosas como destructivas. La forma en que una de las partes se entrega y la manera en que la otra se aprovecha son la combinación más letal. Uno depende de la compañía del narcisista y él necesita del amor del dependiente, ambos se orillan a una espiral de apego, dolor, necesidad y control de la que es difícil escapar. Los dos temen perder su parte, por lo que ninguno es capaz de alejarse a pesar del daño que se hacen estando juntos. La tortuga prefiere ser picada antes de cruzar sola y al alacrán no le importa hundirse junto con ella, pues está en su naturaleza herir al otro.