Yo lo daba todo, te amé como a nadie había amado, te cuidé como a nadie había cuidado, quise conocerte tanto como nunca antes había querido conocer a alguien y planeaba una vida contigo a mi lado como nunca o había hecho con alguien en el pasado. Te acepté completamente, con tus defectos y virtudes. Sabía que eras un gran trabajador pero también roncabas como oso por las noches. No me preocupaba. Mi amor por ti era mucho más grande que algunos ronquidos o quesos mal guardados en el refrigerador. Mi amor por ti lo podía todo, excepto que no me vieras igual.
Supe que tenías hijos desde que nos conocimos. No tenía problema con eso y agradezco que no los hayas negado. Tu pasado no era un obstáculo para nuestra relación, nuestro presente y futuro. Sabía que siempre tendrías relación con la mamá se tus bebés por lógicas razones pero eso también me llenaba de amor. Conocí a un hombre responsable y maduro, que sabía perfecto separar su deber como padre y el corazón. Me hiciste confiar plenamente que no tendría por qué preocuparme, que la relación con tu exmujer ya tenía un punto final y únicamente se veían de forma cordial para cumplir con sus responsabilidades como el padre de sus hijos.
Sé que para algunas mujeres este tema podría parecer difícil y quizás imposible de aceptar. Para mí no lo fue, porque me puse en tu lugar y en el de tu ex, por supuesto que lo nuestro es aparte y mereces volver a amar, tener una nueva relación y quizá, una familia en el futuro.
Tus hijos me aceptaron rápido. Muy maduros para su edad entendieron que su papá tenía una pareja que no era su mamá. Siempre educados y respetuosos conmigo compartimos tardes de restaurantes, días de partidos de fútbol y hasta noches de películas en el cine. Amaba salir con ellos porque de alguna manera me imaginaba caminando de la mano con un hijo nuestro.
Yo siempre intenté plantear bien esa línea. No soy su mamá, soy la novia de su papá. Que no piensen que quería ocupar el lugar de alguien o incluso quitárselo. Ellos no son mis hijos pero los trataría siempre con mucho amor al ser hijos de mi pareja y futuro esposo.
Qué ilusión compartir una vida juntos, qué enamorada estaba, qué vida tan perfecta me imaginaba a tu lado. Era un sueño. quizá no la típica historia de amor pero llena de cosas buenas y emoción.
Empezaron los problemas, yo intentaba siempre buscarles solución. Es normal ¿no? las parejas no siempre van a estar de acuerdo en todo. Conocí un lado que no había visto de ti. Me rehusaba a que se opacaran todas tus cualidades e intentaba cegarme yo solita a que seguías siendo el hombre perfecto para mi vida.
Aceptar y convivir con tus hijos empezó a ser un problema mayor, incluso el más recurrente en nuestra relación. Sí, los quiero, los acepto e incluso me divierto mucho con ellos, pero al parecer mi trato no te era suficiente.
No, no soy su mamá ni pretendía serlo. Los reclamos por no cuidarlos como querías, no darles lo que querías que les diera y que de hecho, no me correspondía, no llevarlos a la escuela o darles de comer todos los días comenzaron a ser más graves. ¿Era mi papel? yo estaba segura que no. Porque muchas veces me exigías que hiciera mucho más que ustedes, sus papás. Ahí es cuando comencé a darme cuenta que en realidad tú no querías una esposa, querías una niñera.
No me di cuenta rápido, por supuesto. Muchas veces hice cosas que mi familia y amigos criticaban, asegurando que eso no ‘me tocaba a mi’. Yo lo hacía con todo mi corazón, por ellos, por ti y por nuestro futuro juntos. Pero rebasé el límite, a decir verdad tú lo rebasaste. Ellos tienen su mamá y su papá y que no los tratara como tú querías que los tratara no me hace menos valiosa, jamás les hice algún desaire o grosería pero tú sí me los hacías a mí.
Al final te fuiste, me dejaste partida en dos y culpaste sin piedad. En ese momento te prometí que cuidaría de tus hijos como tú querías que lo hiciera pero ¿sabes qué? ahora sé que estaba en un error. No, yo sería tu esposa, yo quería una vida a tu lado, yo quería que tuviéramos nuestros propios hijos. Jamás los iba a despreciar y siempre tendrían mi apoyo y un lugar en mi corazón pero tú lo veías diferente.
Así que hoy te doy las gracias por irte, por dejarme atrás y apartarme de tu vida, porque tú no querías a una esposa, tú querías a una niñera para tus hijos.
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