Yo creía que eso estaba bien, que las fotos de parejas felices en Pinterest eran pura pose, que las historias bonitas siempre tenían algo gris, que solo en las películas podría existir el ‘vivieron felices por siempre’. Jamás imaginé que llegaras y agitaras mi mundo por completo. No sabía que no conocía la magia, la luz, el amor, hasta que llegaste a mi vida y me hiciste entender por qué no funcionó con nadie más en el pasado.
Muchos aseguran que el amor perfecto no existe, estaba convencida que era así. Siempre pensé que no podría encontrar una pareja que cumpliera todas mis expectativas. ‘Es que pides mucho’ repetían mis amigos. Estaba por darme por vencida, aceptaba parejas con las que no me sentía cómoda al 100% pero con un 60% me sentía ganadora.
Yo creí haber conocido el amor, ese amor del que todos hablaban, el amor puro, dulce y eterno. Estaba convencida que lo había vivido todo con alguien y que mi corazón había experimentado los sentimientos más fuertes. Qué equivocada estaba. Me aferraba a estar con esa persona, hacía todo lo posible por tener el título de ‘suya’. Planeaba un futuro pensando en bueno, sí, no es perfectx pero tiene esto otro que me gusta. ¿De eso se trataban las relaciones, no?
Duré años así, toda mi familia y amigos ya convivían con los dos, sabían que las invitaciones eran dobles y que debían apartar dos lugares en el coche. Ibamos juntos a todos lados con una sonrisa fingida, con un amor mediocre y el pensamiento de quedarnos juntos aunque haya cosas que no nos gustaran.
No estaba bien hablando de forma personal. Veía cómo trataban a otras chicas y decía, bueno, seguro algo malo debe tener, a mí no me tratan así pero tiene otros aspectos que seguro ellos no. Vivía con inseguridades, con temores, de cierta forma sabía que en cualquier momento lo perdería y me causaba pavor saberme abandonada.
La relación seguía, un día más de mensajes de buenos días, comidas juntos y buenas noches. Monótono pero estable, según yo. Pero entonces algo pasó. De pronto nos dimos cuenta que nuestras vidas no seguían el mismo camino. Nos fuimos pero a decir verdad, yo no soltaba tu mano. Fingía caminar por otra dirección pero me aferraba a lo conocido, a lo seguro, a lo cómodo. Quería quedarme.
En medio de confusión, tristeza y dolor, se cruzaron frente a mí unos ojos llenos de luz que me hicieron voltear a verlos al instante. ¿Qué es eso? Algo que jamás había visto en mi vida. El cosquilleo en el pecho que ya había olvidado se desempolvó y me hizo escalofríos por todo el cuerpo. Un par de palabras bastaron para que entraras en mi cabeza día y noche.
Pasaron los días, pasaron las pláticas y yo quería saber más y más de ti. ¿Por qué tenías toda mi atención? yo estaba triste y poco a poco descubrí que las lágrimas se fueron y le dieron paso a una gran sonrisa. Éramos complemento, la pieza de rompecabezas que encajaba perfectamente con la mía. No había nada que no me gustara pero todos decían ‘es parte del inicio, todo es color rosa y se acabará’. No quería que acabara.
Quería estar contigo, querías estar conmigo. Me llenaste de luz, de magia, de color y mucha seguridad. De pronto me doy cuenta que la mano a la que estaba aferrada ya la había soltado. ¿En qué momento sucedió? ¿cómo fue que llegaste a mi camino? ¿qué hice para merecer amor tan bonito? espera… ¿amor? ¿esto es el amor?
Supe que toda mi vida había estado tan equivocada. Lo que creí que era lo máximo para mi corazón no era ni una tercera parte de lo que sentía ahora. Quería saber todo sobre su vida y estar a su lado para siempre. Me olvidé que ‘debía aguantar’ cosas o que ‘pedía mucho’, eres tal cual yo quería, todo lo que esperaba en una pareja. Nada me hacía más feliz que estar contigo.
Empezamos nuestra relación a las pocas citas, avanzaba muy rápido para muchas personas, nosotros no sentimos la velocidad, nos enfocamos a fluir, a vivir y disfrutar esta oportunidad única.
Le doy gracias a la vida por unirnos y hacerme entender por qué, jamás funcionó con nadie más en el pasado.
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