Nadie nunca hizo lo que Yves Saint Laurent. En el mundo de la Moda hay muy pocos nombres que pueden jactarse de haber revolucionado el guardarropa femenino y el suyo es uno de ellos. Cuando ningún couturier se había planteado salir de los estándares y guaridas de la alta costura, Yves apostó por el prêt-á-porter; antes de que cualquier otro creativo decidiera retomar las enseñanzas de Chanel y radicalizar el aspecto masculino de la mujer, el diseñador identificó la urgencia de un quiebre de género entre las mujeres de su época. Él les dio movilidad, fuerza, furia y estilo para afrontar los cambios que experimentaba la sociedad. Su conocimiento artístico y su posición política le permitieron no definir una manera de vestir, sino las posibilidades de estar y pensar sobre la Tierra.
«La moda no solo está hecha para embellecer a las mujeres, sino también para darles seguridad y confianza, y permitirles aceptarse». Con esas palabras, Yves desafió todo lo que tenía enfrente y movilizó tanto la estética de su maison como la de las mujeres en un contexto caótico de innovaciones reclamadas; todo hacia un sendero que jamás antes se había visto. El de una emancipación exaltada y un armario atemporal que no se nutriera sólo de vanidad, que también se inundara de referencias históricas, sociales e incluso antropológicas.
¿Sus más grandes diseños? ¿Esos que marcaron un antes, un después y un futuro para la indumentaria mundial?
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El Mondrian
Diseño que lanzó en el invierno de 1965 y con el cual buscaba rendir especial homenaje a los cuadros abstractos y armónicos del pintor con ese nombre. En términos sencillos, un vestido de lana y corte recto donde el couturier adaptó el cuadro “Tableu II” (1922) –una composición en azul, rojo, amarillo y negro– y que se convirtió en uno de los diseños más impresionantes e imitados en la historia del diseño. Pop Art y Alta costura han ido de la mano desde entonces.
El Smoking
De entre todos los diseños inspirados en el arte con que ya contaba Yves, en 1966 una pieza destacó en la mirada de sus contemporáneos: el esmoquin femenino con corbata de lazo y fajín de raso negro. «Le Smoking proporciona a la mujer una actitud, más allá de la moda, porque de lo que estamos hablando no es de moda, sino de estilo. Las modas van y vienen, pero el estilo es eterno», dijo Saint Laurent retomando las célebres palabras de Mademoiselle Chanel para ese traje que inmortalizó Helmut Newton en la fotografía.
El Saharianne
Totalmente permeado por la idea del prêt-á-porter –listo para usarse– y la funcionalidad matrimoniada con el estilo, Yves tomó esta prenda militar utilizada por el ejército británico en la India de principios de Siglo XIX para convertirla en un signo de sensualidad, poder y utilidad.
Hecha de algodón en color beige y acompañado por dos grandes bolsillos delanteros y un escote en ‘V’ con cordones, la sahariana es todavía hoy una pieza inspiradora para cualquier ser humano.
El Caftán
En pleno 1968, un año atravesado por los movimientos culturales y políticos de una sociedad cosmopolita que se abría ante las experiencias del hippie chic, Saint Laurent retomó los tejidos y colores de la sensualidad marroquí para que los tradicionales caftanes se convirtieran en piezas elementales de una moda menos occidental. Movilidad y confianza, formas sueltas y de misterio, fue lo que este diseñador legó con eso que parecería sin más una prenda unisex para dormir.
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Yves Saint Laurent fue una revolución en sí. Sin sus aportaciones es muy probable que la Moda y las tendencias hubieran seguido absolutamente otro camino; uno que aún lucharía para que el sistema de las artes le tomara en cuenta y para que las personas entendiéramos el uso comunicacional que tiene la ropa. Uno que quizá seguiría estrujándose con las diminutas cinturas de Dior y no tendría estos avances en la vestimenta humana sin roles de género.