Estupidez: Torpeza notable al llevar a cabo una tarea.
Por circunstancias de la vida a mis 25 años, tuve mi primer visita con el psiquiatra, fue una decisión que tomé para conocerme mejor y una decisión que tomé con mucha seriedad. Estaba tan determinado que pagué durante 6 meses la consulta con el “mejor psiquiatra de la ciudad”, extremadamente caro. En mi primer consulta me permitió hablar y me hacía preguntas muy extrañas, totalmente inesperadas. En cuestión de 40 minutos tuve un diagnóstico contundente. “Mire, usted padece de un síndrome de nacimiento muy común, se llama TDAH oTranstorno por Déficit de Atención. Usualmente es tratado en niños y se pueden disminuir sus síntomas permanentemente, pero en el caso de los adultos es irreversible, tiene dos opciones, medicarse o aprender a vivir con su trastorno.” Obviamente decidí la segunda opción, por convicción y, honestamente, por ser un poco por tacaño. En contraste, estaba llegado al punto de mi carrera, donde me presentaban como “experto en marketing digital”, y hoy me escriben personas de varios países para solicitar mis servicios de consultoría y, honestamente, es rarísimo.
Lo primero que sentí cuando empecé a ganar credibilidad en mi trabajo fue un terrible estrés. De repente equivocarte es como el Apocalipsis. ¡Nuestro Director de Marketing Digital tuvo un error! ¡Hemos sido engañados y estafados!¡El tipo no sabe lo que hace! Eventualmente empecé a odiar mi trabajo hasta que decidí relajarme, decidí permitirme hacer estupideces y no sólo eso, me di cuenta que hacer estupideces me ha llevado a donde estoy y me llevará muy lejos. No, esto no es el típico discurso de: “para ganar una vez tienes que tropezarte mil veces”. En el mundo moderno, las empresas, obsesionadas con la productividad y los ingresos, han subestimado históricamente la importancia de darle a sus empleados la oportunidad de escuchar a su corazón, de explorar más allá de los manuales, nos han inculcado el miedo al error. El verdadero error es que lejos de formar empleados que cometen menos errores, generan empleados temerosos, infelices, inseguros, desmotivados y por consecuencia: menos productivos.
Es muy conocido que el 20% del tiempo de todos los ingenieros de Google lo tienen que dedicar a explorar nuevos productos o ideas. Claro, los empleados trabajan en productos sin estrés, porque nadie les pide resultados, no hay nadie que tenga expectativas de ellos, absolutamente nadie les dice qué camino tomar mas que ellos mismos. ¡Llegó al punto en el que 50% de los nuevos productos de Google venían de esos “tiempos libres”!. En sus horas libres pueden hacer todas las estupideces que quieran y qué belleza.
Gracias a mi TDAH soy experto en cometer errores por falta de concentración y descuido de detalles, y soy pésimo inventando pretextos. Así que desde que comencé mi carrera de Marketing Digital (Antes de que existiera Facebook) cometer estupideces ha sido una constante en mi vida profesional, lo bueno es que en ese entonces el Marketing Digital era una cosa rara y desconocida, pero ahora todo es al revés. Ahora el mismísimo Marketing Digital ha facilitado que casi todo sea medible. Las empresas se basan en números y sólo en números para definir sus estrategias y medir el éxito de campañas de marketing, el éxito de un producto, la satisfacción del cliente. ¡Pero los números mienten! Tener muchos likes en Facebook sólo es un éxito cuando tu meta es tener likes en Facebook, pero que yo sepa, ninguna empresa vive de likes en Facebook.
Esa simple deducción “Ninguna empresa vive de likes en Facebook” que podrá sonar lógica y simplista, porque es una verdad que muchas veces olvidamos. Esa frase, curiosamente la escribí en mi twitter y casi me corren de un trabajo porque hice una estupidez que ocasionó que no lográramos los likes esperados de una campaña. No es broma, me considero un profeta de la estupidez como ideología, porque detrás de cada error se puede hacer algo mejor, como bien lo dice Daniel Pink, “Make excellent mistakes”.
No inculquemos el miedo al error, observa cómo en cada mundial hay un equipo que sorprende a todos y rompe con todas las expectativas. ¡Pues claro!, es porque no tienen nada que perder, no tienen estrés, motivación al 100%. Imagina una empresa así. Las estupideces tienen consecuencias que a veces pueden ser brutales, basta con ver la crisis mundial de 2008 que se desató por una serie de estupideces. Si somos inteligentes y analizamos a fondo las estupideces que se cometieron, estoy seguro no me tocará ver una crisis similar en lo que me queda de vida.
Los 8 Pasos para hacer estupideces geniales.
1.-Define tus metas
No pierdas foco, recuerda constantemente tu meta y camina hacia ella, no corras. Ejemplo: Con este artículo, mi meta es que alguien me entienda y realice algún cambio en su empresa o en su carrera.
2.-Olvida los números
”No nos obsesionemos con los números, obsesionémonos con los colores”. Los números que arrojan las estadísticas mienten porque sólo son números, y no vemos más allá. Ejemplo pesimista: Este mensaje lo pueden leer miles de personas, pero si no lo transmito correctamente, habrá sido un rotundo fracaso. Ejemplo optimista: Este mensaje lo pueden leer 5 personas, pero una de ellas puede ser una persona con gran poder de convocatoria que pueda difundir el mismo mensaje a muchas más. O mejor aún, lo lea el director de una editorial y me pidan hacer un libro al respecto.
3.-Inspírate
Ya olvidados los números, haz tu trabajo con el corazón. Ganes mucho o poco, atrás de un mostrador o en una oficina. Ejemplo: Por esta publicación el monto de mi compensación económica es irrelevante, mi meta es transmitir una idea y todos mis sentidos están enfocados en eso, quiero que termines de leer esto y lo compartas. Mi objetivo me lo recuerdo cada párrafo.
4.-Mejora todo
Si identificas algo que podría mejorarse, no te quejes, mejóralo o, en el caso que esté fuera de tu campo de acción, comunícale con respeto a la persona responsable, siempre hay algo que se puede mejorar. Ejemplo: Al escribir suelo enfocarme demasiado en el contenido y no logro observar errores básicos de puntuación u ortografía. Ahora, antes de publicar reviso el contenido y luego únicamente ortografía, asunto resuelto (casi siempre).
5.-No hagas exactamente lo que te pidan
Recuerda que si haces exactamente lo que te piden, siempre habrá alguien más barato que tú que haga exactamente lo que le piden. Ejemplo: Ciro Gómez Leyva comenzó a hacer publicaciones de 400 caracteres en el sitio web de Milenio Noticias. Al principio lo llamaron loco, ahora observa las publicaciones de todos los sitios de noticias, siguen el mismo parámetro.
6.-Haz estupideces
Ahora que estas haciendo cosas que no te pidieron es más probable que hagas estupideces, ¿Estas listo para ser un estúpido profesional? Ejemplo: Este artículo
Recuerda que para hacer estupideces es necesario afrontar las consecuencias negativas . Ya te equivocaste, afróntalo con la frente en alto y di “sí, me equivoqué”. Equivocarse no es malo, cometer el mismo error todo el tiempo sí.
7.-¡Soluciónalo cuánto antes!
Ni modo, para hacer estupideces necesitas estar listo para argumentar en cualquier momento.
8.-Persigue las consecuencias positivas
Siempre, siempre hay algo que podrás descubrir detrás de un error: ideas para escribir en tu blog, publicar en una revista o platicar con tus compañeros de trabajo. Otro día podrías descubrir una oportunidad de negocio, en una de esas hasta te invitan a El Financiero Bloomberg Ejemplo: La penicilina, el microondas, galletas con chispas de chocolate, papas fritas, los fuegos artificiales, corn flakes, post-its, los rayos x. Listo, es importante que ejercites tu mente; genera una mente analítica, inquieta y no demasiado esquematizada.
Descubre blogueros o escritores con ideas irreverentes. Navega por YouTube buscando cosas que te llamen la atención, no te permitas entrar en una zona de confort mental, siempre hay algo nuevo, siempre habrán dos puntos que puedas conectar.
Lo más importante es saber elegir la actividad a la que detonarás tiempo. Saca provecho de los consejos e ideas de gente exitosa. Sigue sus rutinas, date tiempo, lee, investiga, reflexiona y evita ser parte de la invasión de los idiotas que predijeron Umberto Eco y Aldous Huxley.
