¿Tenías idea de que no sólo las mujeres tienen la capacidad de menstruar? Si tu respuesta es no e incluso muestras incredulidad, aquí te explicaremos algo que en pleno 2021 vale la pena tener presente y no olvidar: no todas las mujeres menstrúan ni todas las personas que lo hacen son mujeres. Pero vayamos por partes.
El sábado pasado, el presidente nacional del partido Morena, Mario Delgado, informó sobre la entrada en vigor en México de la llamada Ley de Menstruación Digna, con la que productos como tampones, copas menstruales y toallas tienen desde el pasado 1 de enero una tasa de 0 por ciento de IVA.
“La menstruación digna para mujeres y personas menstruantes es una realidad (…) Avanzamos en materia tributaria con perspectiva de género”, escribió el político, que de inmediato comenzó a recibir interpelaciones en Twitter de quienes no estaban al tanto de que no sólo las mujeres menstrúan.
Entre otros, el periodista Joaquín López-Dóriga ironizó: “A ver, Mario Delgado, ¿”mujeres y personas menstruantes”? No entiendo. ¿Te explicas? Saludos”.
Que el renombrado comunicador, que durante 16 años encabezó el principal noticiario de Televisa (y de México), desconociera que no sólo las mujeres tienen la capacidad de menstruar (y de gestar o de lactar), me hizo recordar cuando en una charla casual con la editora en jefe de uno de los medios nacionales más leídos del país, ésta no supo a qué me refería al hablarle de un hombre trans.
“¿Cómo un hombre trans?”, fue su pregunta en aquel momento. Por supuesto, me queda claro que las personas no tenemos la responsabilidad de dominar todos los campos de conocimiento, pero me parece sumamente preocupante que periodistas y comunicadores del tamaño de López-Dóriga no estén al tanto de los términos e identidades más básicas en torno a la diversidad sexogenérica.
Qué son las personas menstruantes
Llegados a este punto, vale la pena clarificar a qué nos referimos cuando hablamos de “personas menstruantes”. Contrario al discurso que voces transfóbicas se han esforzado en imponer, el término no se pretende como un sustituto de “mujeres”, pues el nombramiento y reconocimiento de todas y cada una de las identidades de género es fundamental.
Sin embargo, es tiempo de que tengamos presente que las características biológicas con que nacemos y las características físicas de nuestros cuerpos no definen nuestra identidad de género. De esta manera, además del binario “hombre-mujer” existen otras identidades igual de legítimas y reales.
Decimos que una persona es cisgénero cuando ésta se asume con el género que le fue asignado al nacer. Así, si una persona nace con vulva, médicos y familia procederán a señalar que se trata de una niña; dirán que se trata de un niño si la persona nace con pene. Sin embargo, la identidad de género va mucho más allá de estas características físicas.
Además de las personas cisgénero, existimos también las personas transgénero, es decir, aquellas que no nos identificamos con el género que nos fue asignado al nacer y que en el transcurso de nuestra vida realizamos una transición de género. Tenemos, pues, a mujeres trans (como Laverne Cox, las hermanas Wachowski, en fin), y hombres trans (como Elliot Page o Chaz Bono, por ejemplo).
Pero la identidad de género de las personas (igual que el sexo) va más allá de una división binaria, pues existen múltiples posibilidades. Así, las personas no binarias son aquellas que no se identifican o expresan con una identidad de género exclusivamente femenina o masculina: aquí encontramos, entre otras, a las personas agénero, de género fluido, no conforme y andróginxs.
Vale la pena mencionar que estas categorías son apenas eso: categorías que nos permiten ser legibles en sociedad, pero que no implican fronteras fijas, pues nuestra sexualidad es fluida y siempre estamos en proceso de autonoconocimiento.
Todo este largo pero muy básico recorrido para señalar lo ahora obvio: hay personas que nacen con vulva que no se nombran mujeres, sino que en el transcurso de su vida se han descubierto hombres trans o personas no binarias y que, sin embargo, también tienen derecho a una menstruación digna.
Incluso existen hombres trans que señalan la necesidad de que estos productos, así como medicamentos o artículos de higiene comúnmente asociado a lo femenino, sean lanzados al mercado en distintas presentaciones que no estén enfocadas exclusivamente en las mujeres cisgénero.
Al final, como señala Jen Bell “la menstruación es una función biológica, no es una cosa de mujeres (…) No es necesario darle un género a las funciones corporales ni a las partes del cuerpo. Podemos desmitificar y desestigmatizar la menstruación sin dejar a nadie de lado”.
Y es que además vale la pena recordar que las mujeres cisgénero en edad de menopausia dejan de menstruar sin dejar de ser, por supuesto, mujeres; de igual modo, existen mujeres en edad de menstruar que no lo hacen debido a características particulares de su cuerpo, sin que por ello dejen de ser, también, mujeres.
Medios e ignorancia
La situación de desconocimiento no es exclusiva de las populares figuras del periodismo, pues en las redacciones de los grandes diarios nacionales (ya no hablemos de las redacciones de medios locales) se hace presente lo que pareciera un deseo por permanecer en la ignorancia. Se suele pretextar que la sigla LGBTTTIQA+ cada vez tiene más letras y que es imposible memorizarla e identificar a qué corresponde cada una de ellas.
Se pretexta también que los temas de diversidad sexogenérica no tienen cabida en dichos medios, mientras lo que vemos a nivel mundial es un movimiento cada vez más fuerte en contra de los derechos de las personas trans en países como España, Reino Unido o Estados Unidos. Y en todos estos territorios, más allá de si la cobertura ha sido o no la adecuada, los principales medios se han abocado a consignar lo que sucede.
Las personas trans llevamos en México literalmente años y décadas intentando hablar y dar un ABC sobre nuestrans experiencias. Es 2022 y pareciera que nuestros medios pretenden que la discusión siga atrapada en la diferencia entre transgénero, transexual y travesti.
Sin pretender justificar ninguna agresión contra cualquier persona que desconozca el significado de estas palabras y la existencia de las distintas identidades que conforman la diversidad sexogenérica, me parece importante señalar que es entendible la irritación y hartazgo con que responden las personas trans. Y es que si los medios y sus periodistas no han avanzado en la charla es porque no han querido, no porque las personas trans no hayamos hablado: desde las calles, la academia, el activismo, las protestas sociales; en fin, hemos alzado la voz en múltiples espacios.
En este punto, en que existen políticos mexicanos que enarbolan un discurso transfóbico, necesitamos que la conversación en los medios avance a qué interpela a las personas trans, qué nos violenta, pues es eso lo que nos está matando, es eso lo que convierte a México en el segundo país con más transfeminicidios en el mundo.