Desde sus orígenes, la educación de las personas sordas se ha formado a través de una perspectiva terapéutica con el objetivo de habilitar la audición y el habla; todo esto apoyado por educadores, médicos, religiosos y políticos que propusieron métodos radicales en cuestiones de “tecnologías de la audición”. La corriente oralista adquirió fuerza al implementar secuencias de oralización poco exitosas, disminución del aspecto lingüístico por repetición de vocabulario, aislamiento del alumno sordo y escasa socialización.
Existe muy poca documentación sobre la sordera en México durante la época prehispánica; sin embargo, podemos encontrar algunas alusiones en la literatura náhuatl y en las crónicas de los conquistadores. En la cultura mexica la palabra “náhuatl” es un adjetivo que no sólo significa hábil o sagaz, también es lo que suena bien, lo que produce un sonido agradable. Por consiguiente, el sentido del oído era designado como tlacaquiliztli, “acción de oír las cosas”, además de estar relacionado con el entendimiento, la percepción, comprensión e imaginación, al igual que se asociaba con el comportamiento o disposición ética. De hecho, se encuentran más referencias acerca de los sordos en la época colonial.
Ante la Ley, el sordo no podía ser tutor, ni curador, ni testigo testamentario, ni juez, ni abogado, ni obtener otros cargos cuyo desempeño le fuera imposible o difícil a causa de su sordera. El sordo que, además no hablaba o escribía, no podía tener un testamento, aunque sí podía casarse con su consentimiento y celebrar contratos consensuales, mas no verbales. Los sordos se hallaban al mismo nivel que la mujer, el esclavo, el moro, el judío, el traidor, el alevoso, el loco y el menor, ya que se les atribuían las mismas limitaciones.
Fue hasta 1861, bajo el decreto del presidente Benito Juárez que se creó la Escuela Municipal de Sordomudos, y posteriormente Eduardo Huet fundó la Escuela Nacional de Sordomudos. Lo que permitió la formación de profesores sordos para alumnos sordos, y hasta principios del siglo XX se contaba con docentes sordos; cabe señalar que tanto en la Escuela Municipal y la Escuela Nacional de Sordomudos, se empleaba el método manual de aprendizaje.
La educación para el sordo en el siglo XX estuvo muy marcada por la corriente oralista; influenciada en gran medida por las conclusiones resultantes del Congreso de Milán en 1880, en las que se dejaba de lado el uso de la LSM (Lengua de Señas Mexicana) para la enseñanza de los sordos. Los modelos implementados para la educación especial se enfocaban a tratar que el sordo aprendiera a hablar el español, pues se creía que si hablaba se integraría a la sociedad oyente. Así, técnicas como la articulación, la lectura labiofacial, el adiestramiento auditivo, etc., fueron herramientas utilizadas por los maestros oyentes en la enseñanza del sordo.
En los 80 se adoptó, en las escuelas de educación especial, la filosofía de la comunicación total, en las que además de seguir con el método oralista, se podía utilizar la escritura, los gestos, la mímica y las señas con el fin de que el sordo pudiera comunicarse y empleara cualquier medio. Esto gracias a que los profesores se dieron cuenta de que los alumnos presentaban problemas para comunicarse oralmente.
En 2005 se reconoce la Lengua de Señas Mexicana (LSM) como lengua nacional, y en la actualidad se han creado algunos Centros Educativos para la atención de las personas sordas.
Centros de Atención Múltiple
Los sordos señantes y semilingües tienen la “opción” de asistir a un CAM (Centro de Atención Múltiple), donde no existe el uso de la Lengua de Señas Mexicana. Por lo general, les son impartidas terapias de vocalización de palabras, de las cuales sólo logran aprender un número muy reducido, por lo que no les es posible ser sordos hablantes. Algunos de ellos interactúan con otros compañeros por medio de la LSM —esta práctica nunca se da en el salón de clases, pues los profesores suelen prohibir las conversaciones en este lenguaje ya que no lo comprenden—, y esto les permite ser señantes y dejar de ser semilingües; sin embargo, los maestros sólo oralizan a los alumnos y los tratan como “pacientes”, limitando así su avance en la integración social.
Escuelas regulares
En las escuelas regulares los pocos alumnos sordos que logran acceder es por ayuda de algún familiar o compañero que funciona como intérprete y traductor. La LSM, al igual que en el CAM, es inexistente y tampoco se ofrece material que facilite su participación en el salón de clases, por lo que la socialización del alumno sordo no es óptima.
Educación especial privada
Algunos sordos semilingües y señantes asisten a una escuela privada, la cual se ha esforzado por desarrollar métodos de educación bilingüe, pero esto sin apoyo de la SEP. Ciertas instituciones abandonaron el enfoque clínico al reconocer la diversidad cultural de sus alumnos y tomaron un enfoque bilingüe para su educación. En otras, al igual que en los CAM que tienen el mismo enfoque, sus docentes figuran entre quienes reducen la LSM a instrumento de comunicación y la educación bilingüe a método pedagógico, y entre aquellos que reconocen la identidad de los profesores señantes de LSM como parte de una experiencia escolar. En estas instituciones se promueve la participación de los padres o tutores en el proceso de integración bilingüe de los alumnos por medio de este lenguaje y la convivencia con personas de la Comunidad de Sordos Mexicana.
En conclusión, las medidas que se toman de manera formal ante la Ley aparentan que la educación para personas sordas está cambiando, aunque en realidad todo siga como en el pasado. Los adultos sordoseñantes quedan rezagados de la docencia “bilingüe”, y los “especialistas” continúan como los únicos oyentes bilingües certificados en LSM. En los últimos años, la Comunidad Sorda ha luchado para que se reconozca que, a pesar de ser un grupo minoritario, tienen derecho al uso de una lengua propia, como lo es la Lengua de Señas, y no sólo a esto, también a la implementación de su lengua en las políticas educativas; además del derecho de ser ellos quienes decidan las metodologías adecuadas para el óptimo desarrollo en torno su educación.
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La educación en México nunca ha sido la mejor, por eso está matando el libre conocimiento para convertirnos en un “producto”… lee más aquí.