El maíz representa uno de los símbolos culturales mexicanos por excelencia, pues es un elemento fundamental para nuestra identidad.
La mayoría de los platillos mexicanos requieren maíz, o por lo menos van acompañados de tortillas hechas a base de este ingrediente. Casi podríamos decir que está dentro de nuestra genética.
El maíz tiene muchas propiedades nutricionales: fibra, vitamina B1, magnesio, vitamina E, yodo, vitamina B2 y B6. Además, el agua de las barbas de maíz ayuda en muchos aspectos al organismo: es ideal para bajar de peso, regula la hipertensión arterial, desintegra cálculos renales y mejora las insuficiencias cardiacas.
Existen varias historias sobre el origen del maíz. La leyenda azteca cuenta que los hombres de aquella época sólo comían lo que creciera de la naturaleza, animales que cazaban y cuyo pelaje utilizaban como protección. No tenían maíz, y era algo que no imaginaban tener, pues sólo podían conseguirlo tras un largo viaje a las montañas (tierras peligrosas y temidas).
Los aztecas acudieron a Quetzalcóatl, quien prometió ir en busca de maíz a donde nadie se atrevía a ir, y aclamó que regresaría para regalar riqueza al pueblo.
Dioses anteriores habían intentado separar las montañas, cruzarlas e, incluso, sobre volarlas, pero ninguno lo había logrado. Quetzalcóatl, inspirado por la petición de su pueblo, el hambre y el deseo de cumplir su cometido, tuvo una idea muy astuta para vencer todos los obstáculos: se transformó en hormiga y caminó por días y noches sin parar, hasta que llegó al plantío de maíz, tomó un grano y partió de regreso. Al llegar con lo prometido, el pueblo estaba impresionado y agradecido, pues el hambre desaparecería.
Una leyenda maya cuenta la historia de cómo el hombre fue creado como se le conoce. Los dioses querían una nueve especie de seres que fueran súper dotatos, capaces de hablar y pensar para poder recolectar todo fruto que la tierra brindaba, y con ello poder disfrutarla y conservarla.
Primero, hicieron con lodo un cuerpo de hombre, lo moldearon musculoso y con mucho detalle, fuerte y hermoso, casi perfecto. Pero por desgracia de los dioses, este hombre no tenía dientes, no había luz en sus ojos, no tenia gracia, no podía caminar bien ni mantenerse de pie, y se desintegraba con el agua. Esto fue un gran inconveniente, ya que no iba a poder mantener los cultivos, así que decidieron hacer a otro hombre pero está vez uno que tuviera una voz privilegiada, que pudieran mantener el paso y crearon a un ser de madera. Este ser debía mejorar la especie y tener el poder de multiplicarse para que otros seres no pudieran superarlos. Pero estas criaturas no tenían conciencia de lo que decían, no tenían sentimientos ni aprecio hacia toda la hermosura de la naturaleza.
Esto entristeció nuevamente a los dioses, quienes ansiosos porque las nuevas criaturas pudieran ver el amor que existe alrededor de ellos, decidieron hacer un intento más para crear un nuevo ser que estuviera hecho de carne y hueso, que tuviera la sensibilidad y el aprecio, la inteligencia y el coraje para poder ser sabio y tomar buenas decisiones, cuidar del cultivo y honrarlo. Entonces recolectaron maíz y moldearon un cuerpo con esta mezcla blanca, le introdujeron madera para que fuera rígida y pudiera mantenerse en pie, luego tomaron un trozo de lodo para que éste fuera fuerte y fornido.
Al finalizar los dioses, en espera de que este ser respondiera, pusieron al hombre en los campos de cultivo en medio de todo un ecosistema lleno de vegetación y belleza. El nuevo hombre comenzó a expandir el cultivo, observar los comportamientos del clima y la hermosura de la naturaleza, vieron que este ser la apreciaba y la cuidaba, entonces se sentaron y observaron con calma cómo este nuevo hombre cuidaba de la tierra.
Luego, descubrieron que podían plantarlo y comenzaron a cultivarlo, desde entonces lo atesoraron como la semilla de oro que su dios llevó para saciar el hambre, el maíz.
Presentamos una receta para preparar tamales, platillo típico mexicano elaborado a base de maíz:
Ingredientes
1 kg. de harina de maíz cacahuazintle o MINSA.
1 cucharada sopera de polvo para hornear.
1 1/2 tazas de manteca.
1/2 taza de caldo de pollo (o infusión de canela para tamales de dulce)
10 cáscaras de tomate.
2 cucharadas soperas de anís.
hojas de maíz lavadas.
sal (o azúcar al gusto para tamales dulces).
Guisado de elección: rajas con queso, chile rojo, chile verde, picadillo, mole o lo que desees.
Procedimiento:
Hierva en 2 tazas de agua las cáscaras de tomate con el anís.
Cuele y separe el agua.
En otro recipiente coloque la harina de maíz, sal al gusto y polvo para hornear.
Ponga manteca en una sartén, espere a que se derrita un poco y viértala en la mezcla anterior.
Amase la mezcla añadiendo poco a poco el caldo de pollo y el agua en la que hirvieron las cáscaras de tomate, esto ayudará a que la harina no se pegue por completo a las maños y tenga mejor consistencia.
Hacer esto hasta obtener una textura uniforme y lograr que una bolita de masa flote en agua sin desbaratarse.
Lave con agua las hojas de maíz; después, remójelas durante aproximadamente una hora hasta que estén secas.
Tome hoja por hoja, por el lado cóncavo, y coloque una porción de masa en cada hoja de maíz de manera que quede una mezcla de harina plana, agregue el guisado de preferencia, doble la hoja y envuelva la orilla con una tira de hoja de tamal.
Coloque los tamales de manera vertical en una vaporera, olla preparada o bote tamalero. Cueza a vapor durante una hora, hora y media (dependiendo de la intensidad del fuego) hasta que se desprenda fácilmente la hoja.