Las historias de guerra nos apasionan, nos gusta hurgar en ellas y descubrir los motivos, estrategias y tácticas que determinaron al ganador; una afición que casi cualquier apasionado de la Historia aprecia porque involucra (en muchas ocasiones) gran inteligencia de quien las realizó y porque también determinó el curso del tiempo venidero.
En la guerra existe una gran capacidad de organización y de ingenio humano; los ejércitos se enfrentan buscando la supremacía como si fuera un campo deportivo o algún juego de mesa, pero está en riesgo mucho más, no se trata de una simple derrota sin consecuencias; las consecuencias existen y son graves.
Alejandro Magno, Ánibal Barca, Escipión, Julio César, Guillermo el conquistador, Mehmed II, Gustavo Adolfo, el duque de Marlborough, Federico II, Napoleón, el duque de Wellington, Robert E. Lee, Paul von Hindeburg, George Patton, Erwin Rommel, entre otros; considerando que sólo menciono a los occidentales y no a los orientales que también son perfectos conocedores del tema. El libro más importante escrito sobre la guerra es del chino Sun Tzu y lleva por nombre “El arte de la guerra”. Fue escrito en el siglo V a.C. y continúa como una referencia en materia militar, de negocios y de filosofía.
Algunos ejemplos de grandes estrategias (preparativos y plan a largo plazo) y tácticas militares (la disposición propia de las batallas) estuvieron presentes en la ya mencionada batalla de Maratón, en la batalla de Cannas y en las campañas de Aníbal. Las campañas de Alejandro, las campañas de Julio César, la batalla de Hastings, de Breitenfeld y de Blenheim, son otros. Las campañas de Federico II, de Napoleón, la batalla de Tannenberg y las campañas africanas en la Segunda Guerra Mundial también son muestra de grandes estrategias y tácticas militares; ejércitos superados en cantidad venciendo a ejércitos numerosos, gran uso del engaño y de la escondida, geniales posicionamientos de las tropas; todo es parte “natural” de la guerra y de las grandes maniobras que los expertos en esta disciplina lograron.
Napoleón planeó todos los detalles minuciosamente y consideró todo de manera perfecta, incluso predijo el día y hora en que se lucharía, y eligió el terreno en que se hizo. No sólo mostró su genio estratega, tácticamente fue una gran batalla; hizo pensar a su enemigo que el triunfo estaba en el flanco donde mandó a una menor cantidad de hombres que esperaban la llegada de refuerzos —y que en efecto llegaron— mientras el ejército austriaco y ruso mandaron a su centro a la carga , la llegada a tiempo de los refuerzos fue clave en el éxito, así Napoleón vio que se abrió el centro enemigo y decidió ganar la batalla atacando ahí: lo logró. El francés obtenía un triunfo perfecto, como casi ninguno y en el que cada división de su ejército jugó un papel fundamental, su inteligencia (espías), su caballería, su artillería, su infantería, sus mariscales de campo y claro, él, el genio mayor en una gran lista de personas que demostraron sus capacidades mentales, siendo testigos que, a pesar de sus propiedades catastróficas y horroríficas, podemos observar detalles de la genialidad humana.
Se ha escrito y hablado de que cuando estalló la Primera Guerra Mundial los jóvenes iban felices a la batalla, pues crecieron con un concepto de que la guerra era natural y que requería de mucho heroísmo, y sí, ambas afirmaciones son correctas, pero los violentos conflictos del siglo XX en los que ya no existía el respeto por la población civil y en los que se jugaba más con las armas a distancia que con las batallas en el campo, destruyeron este concepto de la guerra. No nos confundamos, la guerra nunca fue buena pero tiene un gran arte que -aunque no nos guste su existencia- disfrutamos conocer.
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Hay 9 guerras históricas que todo amante de la Historia debe conocer, te invitamos a leerlas y a compartir aquellas que conoces.