En México recordamos las Olimpiadas de 1968 por un hecho sangriento y doloroso: la matanza de Tlatelolco. Bajo la urgencia de no despertar intrigas en el ambiente internacional, el gobierno mexicano decidió sofocar las manifestaciones estudiantiles que pusieron a hervir la ciudad mediante el uso letal de la fuerza. Sobre la Plaza de las Tres Culturas ronda ahora un aire frío, una pesadumbre intensa se acomoda sobre el pavimento como el recordatorio del dolor que, en el pasado, azotó el lugar.
¿Qué pasa con las sedes olímpicas una vez terminados los juegos?
Más allá de alto costo social e histórico que significó esa matanza, estaba el interés económico. Los juegos del 68 costaron 175 millones 840 mil dólares dentro de los cuales se incluyó el gasto en infraestructura, manutención de los atletas, etcétera. Producir unos Juegos Olímpicos, como podemos ver, es carísimo. La edición de este año costó nada menos que 4 mil 600 millones de dólares, y un gran porcentaje de ese dinero, al igual que en el caso mexicano, estuvo destinado a la construcción o remodelación de las sedes donde los atletas de cada disciplina habrán de competir. Se supone que el gasto en infraestructura es una inversión —recordemos que el Estadio Olímpico de C.U. sigue en perfecto funcionamiento—, pero no han sido pocas las veces que los recintos han acabado completamente solos, abandonados al deterioro natural.
Un aura oscura invade los recintos deportivos abandonados, como si de pronto todo rastro de vida humana se hubiera extinguido y, en los espacios donde antes reinó el júbilo olímpico, ahora solamente habitaran fantasmas. Este es un vistazo post-apocalíptico a las sedes en ruinas de distintas ediciones de las Olimpiadas:
El estadio Olímpico de softball, en Atenas, tal cual lucía en 2012, ocho años después de haber sido inaugurado. Luego de los juegos de 2004, la villa olímpica fue usada para construir casas de trabajadores, pero la mayoría de las sedes permanecieron abandonadas y actualmente se están pudriendo a la interperie. Casi podemos escuchar el rumor del viento sin hallar nada a su paso que le imponga resistencia. La sensación de vacío y desolación es avasalladora.
El complejo de kayak o canoa olímpica, también en Atenas. Con un paisaje que recuerda a un parque de patinaje abandonado en los suburbios, este sitio se sostiene apenas sobre la superficie del recuerdo de algo mejor: donde antes se celebró una fiesta ahora se lleva a cabo un funeral.
Silla para reporteros junto a la piscina principal, diez años después de los juegos en la capital griega. ¿No parece el set ideal para un remake de Gummo, la película de Harmony Korine? La estética crystal meth de esa película se ajusta perfectamente al aliento desgarbado de este sitio que, a la deriva del mundo, es devorado por la naturaleza y sus inevitables caprichos.
Esta fuente, construida con bloques de mármol y decorada con los anillos olímpicos, ahora está cubierta de graffitti y óxido. Los habitantes de este lugar intentaron darle sentido a estas ruinas escribiendo mensajes sobre sus paredes, tal y como los humanos primitivos. ¿Qué clase de oscuras actividades se llevarán a cabo allí?
El Fulton County Stadium en plena demolición, pues el espacio que ocupaba sería reutilizado como estacionamiento para el nuevo estadio de los Braves (al fondo). Atlanta, 1997. Aquí se puede observar el momento exacto en que los detonadores se activan y desaparecen a su paso un sitio que sólo en la memoria será capaz de perdurar. Una muestra fiel del carácter desechable que adquiere un espacio cuando dejamos de habitarlo.
El caldero olímpico de Atlanta 96, reubicado, forma parte ahora del landscape cotidiano en esa ciudad. 2011. Una prueba de que el tiempo, y el hecho de que nos acostumbramos a aquello que se mantiene constante en nuestro entorno, modifica el significado de las cosas. Con el fuego del pebetero extinto, este se vuelve apenas un conjunto de materia insignificante.
La sede donde se practicaron las competencias de voleibol en Beijing, China, cuatro años después de esa edición de las Olimpiadas. El contraste entre la decoración infantil y colorida del lugar con el deterioro que ocasiona sus exposición al mundo natural nos recuerda que, más allá de la inocencia, se encuentra la muerte inevitable.
No son pocos los edificios abandonados o semi-construidos que dejó como resultado la celebración de los juegos en la capital china. Como si fueran cadáveres, así reposan Nini y Yingying, dos de las cinco mascotas de Beijing 2008. De nuevo el contraste entre inocencia y muerte, entre gozo y el definitivo abandono, nos atraviesa el pecho como un rayo helado de dolor y miedo.
Los conflictos que desembocaron en la disolución de Yugoslavia generaron el abandono de estos rieles de bobsled en la ctual Serbia, donde se celebraron los juegos del 84. Actualmente, las ruinas se asemejan a la creación escultórica de un desquiciado, un creador de universos aterradores.
La torre y el campo abandonado de tenis en Georgia, son ahora las ruinas de los juegos de verano que se celebraron en esa ciudad durante el 96. Pareciera que el viento mueve las redes roídas, pero en realidad se trata de las voces —imposibles de escuchar durante el día— de las almas que se entretienen jugando eternamente, condenadas a permanecer en ese sitio.
Esta piscina desierta fue utilizada durante los juegos olímpicos de Berlin, en 1936. Las fechas nos recuerdan a otro episodio atroz que sucedió en Alemania durante la época: el genocidio judío. Esta antigua sede del espíritu del deporte, es ahora un campo de juegos para fantasmas y seres que habitan en la oscuridad.
La matanza del 68 en México y el abandono de estas sedes olímpicas tienen el común denominador del vacío, esa cosa gris en el alma. Estos parajes plagados de soledad y tristeza son, en su mayoría, un resultado de la mala administración de los gobiernos locales. Como decía al inicio del artículo, las sedes son consideradas inversiones, entonces deben ser reutilizadas: despertar el interés por el deporte entre los habitantes del lugar, no sólo servir como excusa para el gasto en infraestructura.
Mientras eso no suceda, seguirán produciéndose espacios fantasmas que no hacen más que nutrir los sentimientos oscuros que ya nos atormentan y colman de vacío. Así como lucen, sólo nos descubren una terrible metáfora en la que el mundo equivale a las sedes en abandono, y nosotros (los humanos) al tiempo atroz que todo lo destruye.
*Esta nota fue publicada originalmente por Martin Rangel el 19 de agosto de 2016 y ha sido modificada
Te podría interesar:
Pseudociencia y desinformación masiva: la mentira detrás del hombre que asegura predecir sismos
El truco para que nadie vea que reenviaste un mensaje en WhatsApp
Aprende a ver y descargar stories y lives de Instagram de manera anónima