¿Alguna vez has sentido que no puedes más?, ¿has pensado que todo el peso del mundo cae sobre tus débiles y cansados hombros?, ¿piensas que la vida te ha tratado de manera injusta y que no vale la pena esforzarse por cambiar porque el mundo seguirá siendo un lugar hostil y cruel?
Es probable que tengas razón. O no. Generalmente, al escuchar historias de otras vidas comprendemos que no somos las únicas que tenemos fuertes conflictos o que pasamos por situaciones difíciles. Eso puede situarnos en dos posturas: admitimos que la vida está jodida y todo es sufrimiento, o nos armamos de valor para transformar nuestra realidad inmediata.
Maimie Pinzer conoció el mundo de la prostitución desde los 13 años. Para esta edad, su padre había sido asesinado y ella había sido abusada sexualmente y tuvo que abandonar la escuela para comenzar a mantenerse. Más tarde, pisó la cárcel, contrajo sífilis y se volvió adicta a la morfina. Por si fuera poco, había perdido un ojo tras adquirir una infección.
«Desearía haber nacido hombre, sé lo que haría esta mañana. Abriría mi chaqueta, saltaría por el extremo de la cola de un tren y robaría un viaje a dondequiera que fuera. Y luego, cuando llegara allí, me detendría a considerar, ‘¿qué sigue?’ »
En 1910 las calles eran su espacio de trabajo, una buena coincidencia del destino la hizo conocer a Fanny Howe, una escritora radicada en Boston con quien nació una amistad profunda que fue creciendo por medio del servicio de correspondencia.
En la distancia, Pinzer se sinceraba con Howe. Narraba sus esfuerzos por un cambio de vida profundo. Había dejado la prostitución y se había casado con un carpintero con quien intentaba mantener una relación estable y por ello, buscaba un trabajo “del que él se sintiera orgulloso”, también estaba en constante lucha por su drogomanía. Las cartas emitidas por la joven retratan vívidamente la frustración y las dificultades con las que una chica judía y con un pasado “culposo” tenía que lidiar para intentar vivir bien.
Al respecto, Doris Lessing refirió «Para ser una mujer, pobre y sola en los Estados Unidos durante la primera parte del siglo, no fue fácil. Sobrevivir era difícil. Maimie sobrevivió -y además, ayudó a los demás-. Era notable, ella era admirable, pero por encima de todo, ella era adorable». Y es que pese a su difícil vida, sabía a la perfección 5 idiomas y la capacidad de escritura era evidente desde entonces. Escribía largas cartas de 30 a 40 páginas de ambas caras de la hoja.
Las cartas enviadas -que luego de su muerte heredó Howe a su hija- tienen una cualidad admirable de franqueza y elevado estilo. Pese a carecer de una educación formal, Pinzer sabía acceder a las emociones más profundas. Narraba su vida desde dentro, era posible rastrear en ellas su estado emocional; a veces eufórico, a veces de una profunda depresión.
«Ahora creo que te lo he dicho todo y ya está fuera de mi conciencia. Porque yo creo que aunque trato de ser absolutamente honesta contigo (…) No me importa que la sordidez de todo tanto como la idea de que no puedo ayudarme a mí misma»
Claramente, su amiga y destinatario, veía en esas cartas todo el potencial de la mujer, le insistió para que las publicara, pero ella contestaba que no tenía la suficiente confianza en sí misma como para hacerlo. Su amor propio se encontraba maltratado, lastimado. Sin embargo, con todas su dudas y miedos, se trasladó a Montreal donde su vida cobraría un sentido diferente. Además de superar su adicción, su habilidad para escribir la colocó en un trabajo como traquígrafa y pequeña empresaria.
Tales fueron las vueltas del destino y el desarrollo de su talento, que en esa ciudad fundó una casa de beneficencia para niñas judías dedicadas a la prostitución. Este lugar continúa abierto y mantiene la memoria de una mujer que cargó con todo el peso del dolor de una vida que no eligió y, sin embargo, pudo transformar desde su raíz.
Además de admiración, esta historia que parece tan lejana a nosotros tiene mucho que enseñarnos. Generalmente asociamos el mundo de la prostitución como algo rodeado por el velo de lo salvaje, inmundo y perverso. Pocas veces nos detenemos a conocer las vidas que hay detrás de esos cuerpos comercializados.
Probablemente Pinzer nunca conoció la fama que sus cartas acarrearían, quizá nunca supo el valor que infundió en mujeres tan desprotegidas como ella para transformar su vida. La vida la colocó lejos de la comodidad de un escritorio y sin el abrigo de una casa editora o una revista literaria. Ahora, sin embargo, nos quedan sus palabras y si quieres leer las cartas completas puedes hacerlo aquí.
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Los hombres no usan la prostitución sólo para saciar sus necesidades carnales, sino que buscan una especie de conexión que no pueden encontrar en otra parte, descubre más sobre ello en esta historia sobre las hetairas . Además, conoce a esta partera que salvó miles de vidas con un útero de trapo.
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Referencias
Montreal Mission for Friendless GirlsTimeline
Coolopolis