*Esta nota fue publicada originalmente por Alex Campos el 21 de enero del 2015 y ha sido modificada por Cultura Colectiva
Para algunos fueron héroes. Para otros tan sólo el medio para un fin mayor: la conquista del espacio. Fueron elegidas con mucho detenimiento, buscando ciertas características en ellas. Provenían de todas las calles de Moscú, aquellas cercanas al Kremlin, a los laboratorios e instalaciones espaciales. Los ingenieros espaciales de la Unión Soviética fueron cautelosos cuando seleccionaron a los perros que pasarían a la historia como los miembros del Proyecto Espacial Soviético. Eligieron a perros callejeros, principalmente hembras pues creían que tenían las características necesarias para el programa: confianza en sí mismas, un temperamento tranquilo y la habilidad de tolerar largos periodos de aburrimiento.
Los soviéticos lograron poner en posición orbital 57 veces alguna sonda que trajera a un perro, donde algunos de ellos lograron realizar hasta tres viajes. La gran mayoría de los caninos sobrevivieron a los viajes espaciales, probando que enviar seres vivos fuera de la atmósfera era seguro, aunque algunos de ellos murieron en el intento involuntario de contribuir a la ciencia. Tal fue el caso de Laika (que significa “ladradora” en ruso), quien viajó a bordo de la nave Sputnik 2 en noviembre de 1957 y se convirtió en el primer ser vivo en lograr un viaje fuera de la atmósfera terrestre.
Sello postal conmemorativo de Laika. / Foto: Wikimedia Commons.
Los científicos sabían, desde un principio, que no sobreviviría al viaje y tras las siete horas de despegue, murió cuando se agotó el oxígeno. Sin embargo, en 2002 se supo que Laika murió por el estrés y un colapso térmico. A la mítica perra soviética que pasaría a la historia como el primer ser vivo fuera de la Tierra, le seguirían Belka (ardilla) y Strelka (flecha). Las perras estuvieron un día en el espacio a bordo del Sputnik 5 y volvieron sanas y salvas, junto con un conejo, 42 ratones, dos ratas, plantas y hongos. De hecho, uno de los cachorros de Strelka fue un regalo del presidente soviético Nikita Jrushchov a Caroline Kennedy, hija de John f. Kennedy.
El traje espacial de Laika. / Foto: Wikimedia CommonsLos perros astronautas pronto se convertirían en elementos de la propaganda soviética, encaminada a difundir una ideología de supremacía del estado comunista del Este de Europa por encima del resto del Mundo. Es preciso recordar que la Guerra Fría se considera como un conflicto ideológico entre dos bloques enfrentados, que si bien no entraban en guerra abierta, sí lo hacían a través de gobiernos títeres y carreras armamentísticas, espaciales y hasta deportivas. Por ello, los perros del Programa Espacial Soviético pronto se convirtieron en símbolos que permitirían al Estado comunista enarbolar una victoria científica por encima de sus enemigos capitalistas. Dicha (aparente) victoria se vería consolidada con Yuri Gagarin convirtiéndose en el primer ser humano en tener un viaje exitoso fuera de la atmósfera terrestre. La historia, sin embargo, marca la gran victoria para los Estados Unidos con la llegada del Apolo 11 a la Luna en 1969.
Asimismo, la cultura popular de aquellos estados alineados al comunismo soviético sirvió como una forma de acercar los logros científicos del comunismo a la cotidianidad de sus habitantes. Los dibujos de Laika, Belka, Strelka y otros más, aparecerían en los sellos de los países, platos conmemorativos, en cajas de cerillos, pósters, postales, juguetes y objetos de uso cotidiano.
Foto: Wikimedia Commons, Los perros Veterok y Ugolyok
Hoy en día, las perras del Programa Espacial Soviético ya no pertenecen únicamente a la cultura de la extinta URSS, sino que han sido adoptadas por el resto del mundo como piezas claves del desarrollo de la raza humana, misma que en muchas ocasiones se logra a expensas del resto de la naturaleza.
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