Si acaso hay un símbolo de la gastronomía mexicana que difícilmente puede separarse de su lugar de origen es la tortilla de maíz, utilizada en múltiples formatos y preparaciones, la tortilla no sólo ha sido un útil cubierto en las tres comidas del día, sino que le da forma y vida a múltiples platillos que ponen en alto la cocina de México… y que al mismo tiempo da cuenta de la historia gastronómica del país.
Una preparación que desde tiempos prehispánicos comenzó con un metate y un comal, aún en la actualidad perdura en algunos sitios, en el que las tortillas se hacen a mano lo cual siempre hace a cualquier platillo –por más humilde que sea– mucho más especial. Sin embargo, fuera de la tradición que implica realizar una tortilla completamente a mano y lo que hoy llamaríamos un proceso artesanal, existe también esa tortilla a máquina que le ha dado de comer a tantos y que si bien no se puede comparar por completo con las que se realizan a mano, sí tiene algo peculiarmente especial el rito que se ha formado en torno en ir a la tortillería, formarse, que se envuelva en papel (en caso de no llevar una servilleta de tela) y comerlas cuando aún están calientes.
Sin embargo, este rito que ahora asociamos con comer tortillas no fue posible sino hasta 1904 y gracias a Everardo Rodríguez y Luis Romero dos hombres que a pleno inicio del siglo XX, a pocos años del inicio de la Revolución mexicana y del eventual México moderno, inventaron una máquina transportadora que agilizaba el trabajo de realizar tortillas, pero como todo invento en ciernes tenía sus detalles.
Las primeras tortillas de maíz realizadas a máquina eran cuadradas y tomó varios intentos y la intervención de otras personas para desarrollar la máquina que ahora conocemos: con rodillos que aplanan y cortan las tortillas de forma circular y que las llevaban al fuego y por último al final de la banda donde eran recibidas. Incluso la forma en la que las tortillas eran cosidas cambió, en 1915 se tiene registro del uso de un horno, cinco años después el uso de gas e incluso de petróleo, de acuerdo con la investigación de Xataka.
El responsable de la máquina de tortillas actual es Fausto Celorio que hasta 1947 ideó y comenzó a utilizar el sistema de rodillos en la tortilladora. De hecho, según los registros, Celorio presentó su patente un 25 de octubre de 1947 como un “aparato cocedor de tortillas”. Un aparato que ahora conocemos como tortilladora y que también le tomó varios años perfeccionar para corregir problemas como el sobrecalentamiento o incrementar la cantidad de tortillas que se pueden producir.
Un proceso que a mano implicaba arduas horas de trabajo moliendo el maíz, dándole forma a la masa y calentando una a una, ahora en cuestión de minutos kilos de tortillas podían ser producidas, en específico una tortilladora –según el modelo– podía producir hasta 132 kilogramos de tortillas por hora.
Esta simple máquina revolucionaría la comida mexicana por el simple hecho de facilitar una tarea que en un entonces era laboriosa; de pronto, y como suele ocurrir no sólo en la gastronomía, se convirtió mucho más conveniente salir rápidamente a la tortillería más cercana y comprar un kilo de tortillas (o unos cuantos pesos), antes que despertar de madrugada a preparar la masa para las tortillas del desayuno y comida.
Del mismo modo, la máquina de tortillas ha cruzado fronteras y desde mediados del siglo XX hasta la actualidad es utilizada para llevar a negocios y hogares esta preparación tan humilde pero tan significativa que no hay forma de que pase desapercibida en nuestra historia.
Fotos: Shutterstock.
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