A lo largo de la Historia, cientos de mujeres representativas en diferentes partes del mundo y en distintos momentos han intentado romper tabúes a través de actos y constantes luchas, ante la cadena invisible que ata a las mujeres con la debilidad y la necesidad de tener a un hombre al lado. Una de esas personas fue Mary Gouze, mejor conocida como Olympia de Gouges, quien en 1791 hizo lo impensable para una mujer: exponer la declaración sobre los derechos que deben tener las mujeres para que se conviertan en seres con los mismos beneficios que los hombres.
Mary Gouze nació en una familia acomodada y su destino no sería muy diferente al de otras señoritas de la Francia del siglo XVIII; desde muy joven contrajo matrimonio con un hombre mayor, y a pesar de que no existe mucha información acerca de esto, quedó viuda al poco tiempo y dio a luz a un hijo. Este acontecimiento la marcaría, ya que en contra de todos los estatutos de la sociedad, se negó a llevar el nombre de “Viuda de…” ni regresar a ser “Hija de…”; por lo que decidió cambiar de nombre, uno que honrara a su madre y con el que inició su lucha: Olympia de Gouges.
Antes de ella, las mujeres ya habían realizado distintos intentos en los que reclamaban un lugar respetable e igualitario a la par de los hombres en la sociedad. Existieron cuadernos de quejas y lamentos que contenían escritos de forma anónima; uno de los personajes más nombrados era Madame B. de B. Las mujeres se preguntaban cómo habían llegado a ese punto en el que la única labor que debían representar era la de ser madre y esposa, pues las menospreciaban y encadenaban a un sólo lugar: el hogar.
Después de vivir y observar lo frustrante de la situación, Olympia de Gouges estableció, en la declaración de derechos de la mujer, puntos referentes a la forma de vivir y ser tratadas por los otros, como la manera de ser educadas y poder obtener un empleo; el artículo no. VI solicita que las mujeres sean dignas de recibir un trabajo respetable.
“La ley debe ser expresión de la voluntad general; todas las ciudadanas y los ciudadanos deben participar en su formación personalmente o por medio de sus representantes […] todos deben ser igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus capacidades y sin más distinciones que la de sus virtudes y sus talentos”.
En aquella época la participación de las mujeres desde la perspectiva familiar era importante, pues si vivían en el campo, todos los miembros colaboraban para cultivar la comida; en las ciudades, la mayoría se dedicaba a lo relacionado con la moda y el buen vestir: bordar, coser, hacer encajes, sombreros, etc. En uno de los cuadernos de quejas que fue mandado al rey en 1789, se hace una petición para que los trabajos de costureras fueran privilegiados. El discurso que se exponía era que si las mujeres tenían habilidades para las labores de manualidad, entonces se les debían otorgar esos trabajos, de esta manera ellas no se meterían en cuestiones de ciencia; lo que puede notarse aún es que no se terminaba de moldear por completo el concepto de igualdad, pero sí la idea de trabajos dignos para las mujeres.
Luego de las protestas públicas de Olympia, la situación de Francia no mejoró; pero las mujeres sí consiguieron un trabajo nuevo para poder mantener a sus familias y hacer largas filas para conseguir comida. Después de las revueltas del pan que se generaban en ese país, como la marcha de Versalles en 1789, la actitud de las personas pobres hacia quienes tenían más recursos comenzó a tornarse violenta y hostil.
Así que en respuesta a los constantes daños materiales a los comercios de la ciudad y a las personas de buena posición, el gobierno decidió apoderarse y administrar los hospicios, orfanatos y todas aquellas instituciones que se hicieran cargo de las personas más desamparadas; con esto se intentaba reducir la cantidad de gente que pedía dinero en la calle —un acto que se prohibió como medida para erradicar los medios de soporte de la población—; por supuesto, el resultado no fue favorable, lo que se le atribuía a las instituciones no era suficiente para mantener en buen estado el lugar ni para alimentar a tantas personas.
Ante este evento, las mujeres tomaron acción creando los Clubbes des Femmes, donde una de las actividades consistía en reunir limosnas y organizar rifas voluntarias y conseguir fondos para los más necesitados. En 1972 el Clubb des Femmes ya contaba con más miembros y fueron sus integrantes las que protestaron por la escasez de leche en la ciudad, además de comenzar a vender sus pertenencias valiosas, como los anillos de casadas, para ayudar a los desvalidos.
En ese mismo año, Mary Wollstonecraft había iniciado otro tipo de manifestación con su escrito “Defensa de los Derechos de la Mujer”, en el cual criticaba la educación y enseñanza que se les daba a las mujeres, pues alimentaba todos los estereotipos que existían sobre ellas; al mismo tiempo, nació el movimiento sufragista para otorgarle a la mujer el derecho a votar.
Durante todo este movimiento se presentaron otros problemas, los soldados comenzaron a llegar heridos de la guerra e imposibilitados para apoyar a sus familias; fue entonces cuando las mujeres materializaron su sentir, a dejar por escrito cuáles eran sus actividades, sus deseos, su postura frente a la guerra, su opinión respecto a la patria; y fue por esta semilla que las mujeres sembraron por lo que en 1793 desaparecieron los Clubbes de Femmes: una vez más las mujeres habían sido silenciadas bruscamente.
El concepto de igualdad durante la ilustración y la revolución francesa y hasta la actualidad, es algo voluble y difícil de precisar. En un extremo Rousseau se basaba en el privilegio de lo sexual para definirlo, mientras que otros como Condorcet apoyaba su idea de igualdad en los trabajos de Poulain de la Barre.
No se puede decir que el éxito de la revuelta feminista llegó a la sociedad con los trabajos de Olympe de Gouges, quien fue guillotinada en París el 3 de noviembre de 1793 debido a la lucha que inició, o Mary Wollstonecraft, pero sí podemos afirmar que hicieron ruido, que inspiraron a muchas otras mujeres a continuar la contienda pues fueron un ejemplo a seguir. Tuvieron que pasar muchos años para que llegaran mujeres como Simone de Beauvoir a continuar con la labor que las revolucionarias dejaron pendiente, y por la cual se sigue luchando.
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