Pecador, transgresor, convicto, pervertido. Éstos son los adjetivos que utilizaríamos para describir puntualmente a un peligroso criminal o al oscuro protagonista de uno de los thrillers más perturbadores del año, no obstante, durante mucho tiempo también han encajado perfectamente en la figura de uno de los hombres más polémicos de la historia de la Literatura: Donatien Alphonse François de Sade, mejor conocido por el nombre de Marqués de Sade. Sus textos, además de sexo explícito y violento, también expresan una profunda preocupación por lo humano y nuestro lugar en el mundo; la manera en que el hombre se enfrenta a sí mismo y utiliza su cuerpo para sentirse vivo, parte de este mundo; es en lo que pocos lectores se detienen a reflexionar, sobre todo cuando en la página contigua viene una escena cuya sensualidad o impacto rebasa cualquier expectativa.
Como cualquier autor, el Marqués tuvo algunos libros que no causaron tanto furor como el resto de su obra, en este caso, ese lugar es ocupado por Adelaida de Brunswick, princesa de Sajonia, una novela histórica que muchos consideran el peor texto de este hombre. No obstante, si algo de mérito le podemos dar, es que justo este escrito nos mostró la versatilidad de su pluma y esa capacidad de poder alejarse de las convenciones que sus otras novelas habían creado alrededor de él, perfilándolo como uno de los escritores más escandalosos del siglo XVIII.
De cualquier forma, los libros que le dieron esa gloria que hoy ostenta permanecen como el testimonio de que incluso en las épocas más prohibitivas es posible encontrar verdaderos revolucionarios dispuestos a romper las reglas.
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La filosofía en el tocador (1795)
Hay sociedades tan oscuras que a veces ni siquiera vale la pena conocer, en este caso, un grupo de pervertidos se hace pasar por instructores para llevar a una joven por el camino del libertinaje. Ella queda tan encantada con los tratos y costumbres de sus mentores que, en pos de cumplir con “las leyes de la naturaleza”, decide torturar y asesinar a su propia madre.
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Justine o los infortunios de la virtud (1791)
La negación y el celibato no son suficientes para llevar una vida de virtudes y alejada de todo pecado. Vale la pena salir a vivir, conocer el mundo y entender que así como en él puede existir la belleza en su más puro estado, el pecado también es un elemento abundante en el aire. De hecho hay tanto que poco a poco se convierte en una enfermedad difícil de controlar, una vez que ataca el cuerpo que habita un alma inocente, no para hasta destruirlo por completo.
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Juliette o las prosperidades del vicio (1801)
¿Quién dice que el crimen o el pecado no derivan en algo bueno? Para la protagonista de esta novela la perdición y los excesos han sido todo. De ellos obtuvo no más que prestigio y fortuna; su actitud despreocupada ante el escándalo y el bullicio de aquellos que constantemente la condenaban por sus decisiones, de una u otra forma, la hicieron lucir como esa mujer con la que todo hombre desea estar.
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Los 120 días de Sodoma (1904)
Aprendimos a separar al sexo de su papel reproductivo y eso terminó por convertirse en nuestra perdición, a menos que formemos parte de alguna sociedad secreta en la que el sexo es lo único que nos mantenga unidos. Pero no cualquier tipo de sexo, sino uno capaz de hacernos hervir la sangre hasta el punto en que la ternura hacia el otro se convierta en la tortura más terrible.
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Diálogo entre un sacerdote y un moribundo (1926)
Cuando se trata del Marqués de Sade y la polémica de su obra, generalmente pensamos en sexo explícito y prácticas extrañas alrededor del mismo. Sin embargo, una de sus obras más polémicas ni siquiera tiene que ver con el sexo, sino con un diálogo entre un enfermo que no cree en Dios y un sacerdote contratado para absolverlo de todos sus pecados. Básicamente el texto es en sí mismo una negación de toda divinidad.
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Los crímenes del amor, novelas heroicas y trágicas (1800)
Era de suponerse que un escritor considerado altamente transgresor como el Marqués de Sade no se haya ganado su fama sólo a partir de sexo y escenas violentas. Muchos de sus personajes presentan actitudes poco convencionales para su época, mismas que representaron para sus detractores muestras de un pensamiento que debía ser exterminado.
Es posible que aún sientas un poco de miedo de leer al Marqués de Sade; tal vez si comienzas con algo breve como sus frases o algunos comentarios hacia su peculiar obra, en algún punto sientas la verdadera necesidad de acercarte a su mente llena de escenas comprometedoras.