“Esperaba que alguien viniera a encontrarla y a llamarla por su nombre para poder repetírselo a sí misma de ahora en adelante y hasta siempre. Perdida en la fascinación de unas sombras milenarias que agrandaban (…) el hueco de su cuerpo (…) y el ansia de escapar, miró hacia atrás y se convirtió en estatua de sal”
Estrher Seligson, Otros son los sueños
Aspiración al retorno, al momento anterior a una pérdida… Nostalgia, en su raíz griega, significa “regreso del dolor”. Cuando nos separamos de aquella persona que ocupa un lugar importante en nuestras vidas, atravesamos por un proceso de duelo; quisiéramos frenar, regresar el tiempo. La nostalgia por el otro, su ausencia, es un pesado velo que separa el Nosotros que era en el pasado del presente en que nos convertimos en Otros, extraños, ajenos.
En esos momentos, la soledad es una condición que nos permite dialogar en silencio con nosotros mismos y, acaso, otras voces, desde la lectura, sean una compañía en ese encuentro con nosotros mismos. En esos momentos nuestros autores favoritos se convierten en la mejor compañía, ellos que también desde el dolor y la nostalgia escribieron sobre el amor perdido.
Asumir la imposibilidad del retorno es una pesadez en el aire que, en palabras de Dolores Castro, “duele al aire” que somos. Ese suspenso es soledad en un silencio que quema, un “Fuego Mudo”, a decir de Mario Benedetti. Permanecemos en esa aspiración a un futuro que no llega, en el que nombramos al otro, pero, como sentencia Bodet, “ya no nos encontramos”.
Fuego mudo, Mario Benedetti
A veces el silencio
convoca algarabías
parodias de coraje
espejismos de duende
tangos a contrapelo
desconsoladas rabias
pregones de la muerte
sed y hambre de vos
pero otras veces es
solamente silencio
soledad como un roble
desierto sin oasis
nave desarbolada
tristeza que gotea
alrededor de escombros
fuego mudo
Ausencia, Gabriela Mistral
Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.
¡Se te va todo, se nos va todo!
Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos que se devanaban,
en lanzaderas, debajo tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.
Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.
Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese, y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche
como demencia de mares solos!
¡Se nos va todo, se nos va todo!
Nublos, Fernando Celada
Ausencia quiere decir olvido,
decir tinieblas, decir jamás;
las aves pueden volver al nido,
pero las almas que se han querido,
cuando se alejan, no vuelven más.
No te lo dice la luz que expira?
¡Sombra es la ausencia, desolación!….
Si tantos sueños fueron mentira,
¿por qué se queja cuando suspira
tan hondamente mi corazón?
¡Nuestro destino fué despiadado!
¿Quien al destino puede vencer?
La ausencia quiere decir nublado….
¡No hay peor infierno que haberse amado
para ya nunca volverse a ver!
¡Qué lejos se hallan tu alma y la mía!
La ausencia quiere decir capuz;
la ausencia es noche, noche sombría;
¿en qué ofendimos al cielo un día
que así nos niega su tibia luz?
Nuestras dos almas, paloma y nido,
calor y arrullo, no vuelven más
a la ventura del bien perdido….
¡La ausencia quiere decir olvido….
decir tinieblas…. decir jamás!
Cenizas, Alejandra Pizarnik
La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.
Pronto nos iremos
Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.
¿Qué haré conmigo?
Porque a Ti te debo lo que soy
Pero no tengo mañana
Porque a Ti te…
La noche sufre.
Ausencia de amor, Juan Gelman
Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.
Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.
Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.
Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.
Algo le duele al aire, Dolores Castro
Algo le duele al aire,
del aroma al hedor.
Algo le duele
cuando arrastra, alborota
del herido la carne,
la sangre derramada,
el polvo vuelto al polvo
de los huesos.
Cómo sopla y aúlla,
como que canta
pero algo le duele.
Algo le duele al aire
entre las altas frondas
de los árboles altos.
Cuando doliente aún
entra por las rendijas
de mi ventana,
de cuanto él se duele
algo me duele a mí,
algo me duele.
Nostalgia, Juan Ramón Jiménez
Al fin nos hallaremos. Las temblorosas manos
apretarán, suaves, la dicha conseguida,
por un sendero solo, muy lejos de los vanos
cuidados que ahora inquietan la fe de nuestra vida.
Las ramas de los sauces mojados y amarillos
nos rozarán las frentes. En la arena perlada,
verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
ornarán la indolente paz de nuestra pisada.
Mi brazo rodeará tu mimosa cintura,
tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza,
¡y el ideal vendrá entre la tarde pura,
a envolver nuestro amor en su eterna belleza!
Ausencia, Jorge Luis Borges
Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.
Los veinte poemas de amor (Poema VI), Pablo Neruda
Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.
Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.
Ruptura, Jaime Torres Bodet
Ruptura
Nos hemos bruscamente desprendido
y nos hemos quedado
con las manos vacías, como si una guirnalda
se nos hubiera ido de las manos;
con los ojos al suelo,
como viendo un cristal hecho pedazos:
el cristal de la copa en que bebimos
un vino tierno y pálido…
Como si nos hubiéramos perdido,
nuestros brazos
se buscan en la sombra… Si embargo,
ya no nos encontramos.
En la alcoba profunda
podríamos andar meses y años, en pos uno del otro,
sin hallarnos.
***
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