Te compartimos un texto de Marcos G. C.:
Tú no me perteneces, ni para siempre, ni para un rato, no me perteneces para la eternidad tan anhelada ni para el mes tan temido, no me perteneces para una hora, para un año o para dos aniversarios.
Tú no me perteneces, ni para la vida, ni para la muerte, pues no pertenece esa energía tan tuya que me hace vivir o que me hace desfallecer, no me pertenece cada latido, no me pertenece cada suspiro.
Tú no me perteneces, en cuerpo no me perteneces, pues a pesar de que tus besos son míos, de que he marcado mi territorio en cada centímetro de tu piel, tu cuerpo no me pertenece.
Tú no me perteneces, no lo haces con tus ojos, no lo haces con tus ojos verdes, no me perteneces con la mirada de alegría, esa que destella al verme llegar o la misma que se apaga al verme partir.
Tú no me perteneces, no me perteneces en el sentido de pertenecer ni en ningún otro, no me perteneces con la vista, con el tacto, con el gusto sabor tan tuyo, no lo haces con el olfato vainilla o con tu voz queda.
Tú no me perteneces como lo hacías con él, no me perteneces porque el café que preparas no es café, es un quédate después de terminar, es un acompáñame que me siento sola.
Tú no me perteneces, no me perteneciste, ni me pertenecerás, tú no me perteneces al tomar de mi mano en el boulevard ni lo harás cuando me beses en un arrebato silencioso de celos inocentes.
Tú no me perteneces, nunca lo harás, pues cuando le perteneces a alguien esta hace todo lo posible para que dejes de ser suya, rompe con lo prometido, lastima, sufre, llora, destruye lo que tú construiste dentro y fuera de tu corazón.
Tú no me perteneces porque el sentido de pertenencia da seguridad y la seguridad lleva a la rutina, al conformismo de saber que ya te enamoraste y nada podrá alejarte de un corazón que apaga la llama, que pasa a modo piloto.
Tú no me perteneces ni lo harás porque no quiero sentirme seguro, al contrario, quiero sentir que cada día puedes irte de mi vida para así esforzarme, luchar por enamorarte con rosas o margaritas, con un café, con una vida.
Tú no me perteneces, me pertenecen mis ideas, mis pensamientos, esos en los cuales inundas con tu sabor, inundas con tu aliento, con tus palabras, con tus gestos, cada parte de mí, pasando del éxtasis al deseo.
Tú no me perteneces, en realidad, yo te pertenezco a ti, pues mis letras son tuyas, mi cama y mis sueños, mi cafetera y mis miedos.
Te pertenezco pero no quiero hacerlo, pues quien sabe que le pertenece algo tiende a perderlo.
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Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a Yoann Boyer.