“La música es la taquigrafía de la emoción”.
León Tolstoi
Te encuentras en tu habitación, escuchas música, quedas inmerso por completo en una canción y puedes sentir cada nota. El tiempo parece detenerse por unos segundo, subes el volumen y llega es parte especial en la melodía que hace que se nos ponga la de chinita, ese momento en el que eres poseído por el poder de la música y eres incapaz de controlar tu cuerpo. Los franceses le llaman “frission”, pero para nosotros es conocido como “escalofrío estético”.
Se trata de aquellos espasmos involuntarios en la piel causados ante cambios de temperatura o emociones muy fuertes. Al escuchar una pieza musical que nos encanta, el cuerpo experimenta escalofríos. Para que la piel se erice se necesitan dos elementos: la calidad de la música y, principalmente, la sensibilidad de la persona que la escucha.
Lo que sucede es que al oír música activas partes del cerebro que procesan emociones como la alegría y las gratificaciones. La música estimula un canal de satisfacción en nuestro cerebro que aumenta el flujo de dopamina; la que nos hace sentir placer. Los impulsos nerviosos provocan que el corazón lata más rápido y otros van a los pequeños músculos de la piel, lo que ocasiona que los vellos se ericen. Los niveles de dopamina pueden alcanzar su punto máximo antes de ese momento especial en una canción. Pero, ¿por qué el espasmo es más fuerte en unas personas que en otras?
Poder experimentar esto es un privilegio, lo curioso es que no todos pueden hacerlo, ya que sólo dos tercios de la población sienten el estremecimiento en su piel al escuchar música y, principalmente, cuando la melodía suele contener cambios bruscos e inesperados que embellecen aún más la pieza. Ser capaces de introducirse completamente en una pieza musical depende de la personalidad del oyente, y sólo unos cuantos afortunados poseen esta cualidad.
Se le conoce como “apertura a la experiencia”, y es un rasgo de la personalidad en la que los oyentes se encuentran dentro del nivel más alto; son aquellas personas que tiene una gran imaginación, son creativas, con una continua apreciación de la belleza, cuentan con una curiosidad intelectual y con mentes flexibles y suelen ser más conscientes de sus sentimientos y estado internos. No sólo se limitan a escuchar la música, sino que se envuelven en ella para intentar analizarla, lo que ocasiona que sean más conscientes de los giros inesperados y cambios dentro de la misma.
Los que experimentan esta sensación son capaces de predecir mentalmente la siguiente nota, es por eso que cuando llega el tan esperado momento de la canción, se pone la piel chinita. El cerebro se anticipa y los niveles de dopamina aumentan segundos antes de que llegue la parte especial de la melodía, el cerebro ya sabe lo que ocurrirá y comienza a disfrutarlo por adelantado. Pero no todo es ciencia, también influye la sensibilidad de la persona y se debe tener una conexión especial con la música y con la canción, ya que el “escalofrío estético” es una consecuencia directa de la emoción al escuchar la pieza musical.
Sentimos escalofríos porque la música nos llega a transmitir emociones, recuerdos o sensaciones. El cuerpo reacciona a estos estímulos y es algo que no podemos controlar. La música se retiene en la memoria de una forma especial, siempre se mantiene en el subconsciente y al escucharla da placer a nuestro organismo; por eso, existen canciones o piezas musicales con las que tenemos una conexión única, algunas más que otras y son las que nos generan más escalofríos.
Si eres de los afortunados en experimentar cómo los cambios dentro de la música se reflejan en tu cuerpo, cierra los ojos, sube el volumen y déjate envolver por sus notas. Es impresionante cómo unos cuantos sonidos pueden causar ese placentero efecto.
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