Desde el 1º de abril hasta la fecha, los opositores al régimen del presidente Nicolás Maduro intensificaron sus protestas y, lejos de encontrar una ventana que diera entrada al diálogo y soluciones, se toparon con una pared de represión y abusos que ya cobró la vida de 70 inconformes.
La Guardia Nacional y la Policía Bolivariana se encargan de impedir que los opositores lleguen a puntos estratégicos de la ciudades más importantes de la ciudad, pero no lo hacen con simples medidas de contención; balas, gas lacrimógeno, golpes y actos intimidatorios son parte de la estrategia que pretende desarticular el movimiento social. Armas y vehículos poderosos contra la unión y el enojo de la gente.
Las autoridades venezolanas apegadas al régimen de Maduro han dicho que los culpables de las muertes son los propios opositores y que si no fuera por ellos, no habría violencia en las calles. Sin embargo, este martes 6 de junio el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, reconoció que los elementos de la Guardia Nacional Bolivariana se han excedido con el uso de la fuerza para contener las protestas.
“No quiero ver un guardia nacional más cometiendo una atrocidad en la calle”, expresó Padrino en un evento al frente de militares que se transmitió en el canal estatal VTV. “Aquellos que se aparten de la línea de Estado, de la preeminencia del respeto a los derechos humanos y que no tengan un comportamiento profesional, entonces tendrán que asumir su responsabilidad”.
Antes de estas declaraciones, el propio Vladimir Padrino otorgó una entrevista para la agencia EFE en la cual justificó que la Guardia Nacional estaba en las calles porque era la célula de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas encargada de mantener el orden público.
En la entrevista defendió la forma en la que los elementos de la GNB estaban conteniendo las protestas y aseguró que los opositores estaban cometiendo actos de violencia, los cuales habían provocado “algunos excesos de manera aislada” de parte de funcionarios. Además dijo que trabajaría para otorgarles sanciones “administrativas y penales” a los responsables.
Todo ocurre mientras Nicolás Maduro se aferra a convocar elecciones para formar una Asamblea Constituyente e ignora los pronunciamientos nacionales e internacionales que le exigen dejar el poder y organizar elecciones generales urgentes, que sean libres y permitan retomar un camino democrático en su país.
Las protestas continúan y la inconformidad recorre las calles, esquiva balas, repele agresiones y usa los gritos y pancartas como su principal arma para evidenciar su desesperación, su enojo y la urgencia por tener un cambio de gobierno que respete la voluntad de la gente. Acabar con el autoritarismo de Maduro y reencontrar un camino democrático.
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