El periodista y fundador del semanario Ríodoce, Javier Valdez Cárdenas, fue asesinado esta tarde en Culiacán, Sinaloa, mientras manejaba su automóvil y transitaba por calles de la colonia Jorge Almada. Tenía 50 años.La información que dio a conocer el portal digital donde laboraba es que conducía un Toyota Corolla de color rojo, cuando lo interceptaron sujetos armados en la calle Vicente Riva Palacio, entre Ramón F. Iturbe y Epitacio Osuna, lugar en el que perdió la vida tras ser baleado.El escritor era autor de la columna Malayerba en el portal Ríodoce, quien además era un periodista especializado en temas del crimen organizado, así como en documentar hechos violentos del narcotráfico, que siempre aseguró existían “porque no hay gobierno y sí una clase política coludida con ellos”.
Tan sólo este año han sido asesinados otros cinco periodistas, en total seis con Javier. Se trata de los comunicadores: Maximino Rodriguez , Cecilio Pineda, Ricardo Monlui, Miroslava Breach y Filiberto Álvarez.En el Semanario Ríodoce, Valdez Cárdenas formaba parte de la dirección editorial, mientras que para el diario La Jornada, en su publicación en Sinaloa, fungía como corresponsal. Fue autor de libros sobre narcotráfico, como “Narcoperiodismo”, “De Azoteas y Olvidos”, “Miss Narco” y “Malayerba” -cuyo prólogo lo hizo Carlos Monsiváis-, así como colaboraciones en las revistas Proceso, Gatopardo y Emeequis.
Cuando era entrevistado, Valdez Cárdenas aseguraba tenerle más miedo a una agresión del gobierno en su contra que del narcotráfico, ya que como sinaloense, aseguraba que el único cártel que dominaba en su tierra era el de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”.
Según su experiencia, Sinaloa es una región que ningún otro grupo de la droga se disputaba y que a los criminales les interesaba mantener “una cierta paz, que no se les caliente la plaza”, por lo que habría sido muy complicado que en ese estado “asesinaran a un político, un activista, o un periodista”, aseguró en agosto del año pasado al periódico Reforma.
Aquella vez, con motivo del lanzamiento de su último libro “Narcoperiodismo, la prensa en medio del crimen y la denuncia”, narró la situación de los comunicadores en Tamaulipas, donde la disputa por la entidad los dejaba entre dos cárteles distintos del narcotráfico. Este año son cada vez más seguidas las balaceras en la entidad.Apenas este lunes publicó su última columna, que tituló “El licenciado”, donde narra la historia de un joven que resultó “bueno” para defenderse, pero también se convirtió en un adicto a las drogas. Una historia que podría ser la de cualquiera.En la que es probable sea su última entrevista, contó al portal Sin Embargo que de no haber existido el narcotráfico, sus escritos los habría dedicado a narrar otro tipo de historias, pero también de gente con vidas poco comunes, como vagabundos, presos o personas recluidas en un manicomio.
Horas después del homicidio, el presidente Enrique Peña Nieto le dedicó tres tuits al periodista, mientras que el gobernador de Sinaloa, el priísta Quirino Ordaz Coppel condenó también el asesinato y envió sus condolencias a su familia.Aún no hay ninguna versión oficial sobre la muerte del cronista, cuyo cuerpo quedó tirado en el piso y rodeado de casi una decena de casquillos percutidos en el asfalto, a sólo unas calles de las oficinas del semanario.Hace menos de tres meses, en otro estado del norte del país, asesinaron a la periodista Miroslava Breach, también por la tarde, mientras manejaba y afuera de su casa en Chihuahua.
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