Desde que comenzó el 2017, México no ha visto un solo día en el que las calles de los diversos estados del país no se llenen de personas para protestar por el aumento a los precios de la gasolina, el diesel, el gas y la luz eléctrica.Originalmente, el presidente Enrique Peña Nieto, cuyo gobierno impulsó las “reformas estructurales”, prometió que con los cambios a la política energética del país, una de las más importantes junto con la hacendaria, la financiera y la educativa, los precios de los energéticos bajarían, una promesa que al día de hoy, no ha cumplido.Solamente durante el transcurso del año pasado, se anunciaron tres “gasolinazos” —como se conoce popularmente al incremento de este combustible en México— en un periodo de tres meses. Ahora, tras el cuarto “gasolinazo”, el cual entró en vigor el 1º de enero del año en curso, la ciudadanía se encuentra molesta e inconforme, ¡vaya que lo ha demostrado!
En 30 de los 32 estados de la República se registraron manifestaciones y bloqueos. De acuerdo con una encuesta dada a conocer el lunes por el diario Reforma, el 65 por ciento de la ciudadanía está de acuerdo con salir a protestar para exigir al gobierno como respuesta ante el fracaso que resulta para los mexicanos la reforma energética.
Ante las exigencias, el presidente Peña Nieto dio un par de mensajes en cadena nacional, para explicar por qué no ha podido cumplir sus compromisos con el pueblo mexicano que lo eligió como Jefe de Estado. En sus primeras declaraciones, el presidente aseguró que comprende el “enojo y la molestia“ de la población pero que “de no haberse tomado esta decisión, las consecuencias serían aún más dolorosas”.
“El ajuste en el precio de la gasolina no es resultado ni de la reforma energética, ni de la hacendaria, ni se debe tampoco a un incremento en los impuestos”, aclaró.
Pero sus explicaciones y excusas donde todos eran culpables menos su gobierno, tuvieron la credibilidad que él mismo tiene. Las últimas encuestas muestran que el presidente goza de menos de 20 por ciento de aprobación a su mandato, el más bajo desde que estas mediciones se hacen en el país.
En lugar de calmar a la ciudadanía, las palabras del presidente de México provocaron que sectores de la población, reaccionara con desorden, vandalismo, violencia y miedo.El Estado de México, donde EPN nació y gobernó durante los seis años, fue la entidad donde la ola de violencia y los actos vandálicos predominaron e incluso contagió a las autoridades policiales: militares y policías, utilizaron gas lacrimógeno y dispararon al aire en diversas ocasiones en un intento por controlar la situación de caos que reinaba afuera de un centro comercial de la entidad.Estas reacciones se repitieron en los estados de Veracruz, Quintana Roo, Michoacán, Hidalgo, la Ciudad de México, Guadalajara y Tijuana.
Hasta la noche del domingo, los disturbios ligados a las protestas por el alza a las gasolinas habían dejado, según cifras de las autoridades, al menos seis muertos y más de mil 500 detenidos.
En contraposición al vandalismo, muchos manifestantes en distintas partes del país, afirman que su protesta es pacífica y acusaron directamente al Gobierno Federal de instigar los saqueos en tiendas infiltrando a grupos de choque en las protestas.“Son grupos de choque del mismo gobierno para desprestigiar el movimiento. Todos los ciudadanos comunes los sabemos. Nosotros sólo marchamos y peleamos pacíficamente nuestros derechos”, comentó con convencimiento Fidel Delgado, un comerciante capitalino para el diario mexicano El Universal.Hoy se cumplen nueve días de protesta consecutivos y el enojo social se sigue acumulando. No se sabe cuánto tiempo más durarán las protestas o qué tan violentas se tornarán.
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