El 17 de diciembre del 2010, un vendedor ambulante tunecino, Mohamed Bouazizi, se inmoló en medio de una multitud: su forma de protestar por haber sido despojado de su puesto de frutas por la policía. Su muerte —10 días después del sacrificio incendiario— desató una oleada de indignación sin precedentes y una serie de manifestaciones en todo el territorio que finalmente provocaron la renuncia de Zine El Abidine Ben Ali, dictador desde 1987.
Desde entonces, las flores empezaron a llover sobre las naciones árabes, sometidas a regímenes dictatoriales y absolutistas, quienes adoptaron y replicaron las muestras de hartazgo que en Túnez tuvieron el poder suficiente para derrocar a un gobierno: la “Revolución de los Jazmines”.
La primavera se adelantó en la Península Arábica y el Norte de África, donde los ciudadanos tomaron las calles para reinstaurar la democracia y defender su derecho a no ser controlados absolutamente por la autoridad.
Un mes después, en enero del 2011, en Egipto salieron a manifestarse millones de ciudadanos reprimidos contra Hosni Mubarak, quien llevaba 30 años en el poder. Las protestas se prologaron durante meses hasta lograr el Golpe de Estado definitivo. Pero en el camino decenas de ciudadanos fueron reprimidos, lacerados y abusados a manos de las fuerzas pro-gubernamentales.
Durante esas jornadas cruentas —en las que salieron a manifestarse hasta 30 millones de egipcios en todo el territorio— la artista árabe Bahia Shehab aprendió a escribir “no” en su lengua natal mil veces. Mientras unos se manifestaban, ella tomó una lata de aerosol para plasmar su mensaje en los muros inmaculados de El Cairo.
Mil maneras de decir no a los abusos, mil configuraciones para no ceder en la lengua de las primaveras. En árabe, una negativa se puede manifestar de formas diversas, tal y como lo descubrió Shehab, y millones de ciudadanos durante la revolución. “No. Mil veces no”, dice.
De acuerdo con CNN, la artista e historiadora del arte islámico descubrió en el 2010 que las formas de escribir la palabra “no” con caligrafía árabe parecían ser infinitas y elaboró una serie de grafitis tomando en cuenta todas ellas. Su mensaje era claro y poderoso: negar las represiones gubernamentales, los abusos de poder, los regímenes militares y la violencia contra las mujeres.
En un video publicado por el portal Ted, la artista egipcia explica que para completar su obra, se encargó de buscar esos “no” que hubieran sido impresos en cada objeto producido bajo mecenazgo islámico en los últimos mil 400 años, desde España hasta las fronteras de China.
Posteriormente, hizo una recopilación de todas las formas en un libro, los ordenó cronológicamente y los exhibió en un museo de Munich, pensando que sería una buena forma de celebrar el fin de la revolución. Sin embargo, la primavera no dio flores y meses después de las primeras manifestaciones, en enero del 2011, salió a las calles a plasmar sus “no” en los muros intactos que hallaba.
Su arte callejero y revoltoso fue su manera de decirle al mundo que no quería seguir viviendo en un país que matara a su gente para después tirarla “como basura” en las avenidas. El primer mensaje que replicó rezaba: “no al gobierno militar”.
Después, otras formas de decir que no, salieron “como municiones” de su libro, un arma de guerra poderosa para difundir un mensaje colectivo, anhelado por todos pero expresado por una sola mujer. Uno de los grafitis más emblemáticos de la colección es la leyenda “No a Desnudar a las Personas”, acompañada de un brasier azul, que representa a una mujer que fue despojada de su velo durante un enfrentamiento con policías y que dejó su pecho y tórax descubiertos.
Shehab dice que esa prenda azulada serviría para recordarles a los ciudadanos sobre “su vergüenza” como nación, por permitir que una mujer con velo sea despojada de sus prendas y golpeada en la calle. En otro caso, plasmó “No a quemar libros”, en referencia a la trágica pérdida cultural que significó la quema de cientos de libros del Instituto Egipcio.
Su obra tuvo tal impacto que se convirtió en la primera mujer en recibir el Premio UNESCO-Sharjah para la Cultura Árabe, otorgado por lograr “diseminar” la cultura y el arte de esas regiones además de que sus piezas son exhibidas en galerías alrededor del mundo.
El jurado que la coronó como la ganadora absoluta sentenció que su obra artística y callejera era una “herramienta fresca para que los jóvenes construyeran una red de cambio activo y para darle voz a sus objeciones”.
Finalmente, Shebab tiene un último “no” que difundir. En un hospital en la Plaza de la Liberación, El Cairo, halló un papel con una frase del poeta chileno Pablo Neruda, que después plasmó en un muro acompañado de una de las mil formas de caligrafía: “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.
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