En una plantación ornamental en la provincia vietnamita de Ninh Binh hay cuatro jaulas estrechas de un par de metros cuadrados, en la oscuridad de una cabaña. En cada una de ellas vive un oso negro asiático, también conocido como oso tibetano.
Con su característica media luna blanca en el pecho, estos animales no tienen espacio para moverse. A algunos incluso les falta alguna zarpa. Llevan años lánguidos en ese lugar y se mueven con un balanceo continuo, lo que en mamíferos es señal de estrés.
Antes, su dueño los mantenía en las jaulas encerrados para poder extraer su bilis, un popular remedio de la medicina china tradicional. Sin embargo, Vietnam lo prohibió en 2005, por lo que el hombre dejó de extraerlo, pero los animales se quedaron allí.
Dinh Thi Thuan, director del departamento de protección de la naturaleza de la autoridad forestal responsable, dice que es un “problema del pasado”. “No es que se críen osos de forma ilegal”, afirma. Sin embargo, se estima que aún hay mil 200 osos tibetanos retenidos por su bilis. Hace unos años, en 2009, vivían aún 5 mil osos en cautividad con estos fines.
En el este de Asia se utiliza la bilis de oso desde hace más de mil años contra numerosas dolencias internas. El método de cría de osos para extraer su bilis fue desarrollado en los años ochenta en Corea del Norte. La sustancia es localizada con ultrasonidos dentro del cuerpo del animal, que es previamente dormido, y se extrae con una jeringuilla.
En China salieron a la luz casos en los que los osos habían estado encerrados durante años de manera que no podían moverse y se les había estado extrayendo la bilis continuamente a través de un catéter.
La popularidad de esta sustancia se basa en el ácido ursodesoxicólico (UDCA) que contiene. Este principio activo también se utiliza en la medicina moderna, sintetizado artificialmente, para tratar los cálculos biliares y contra otras enfermedades del hígado y de la vesícula biliar.
La organización para la defensa de los animales Vier Pfoten, con sede en Viena, acaba de lanzar una campaña mundial para la protección de los osos y con el hashtag #saddestbears (los osos más tristes) quiere llamar la atención sobre este problema.
De acuerdo al director de la organización encargado de los animales salvajes, Kieran Harkin, la extracción de la bilis es “cruel” y “totalmente innecesaria”. Por lo menos Vietnam ha prohibido esta práctica, al contrario de China, donde hay una industria de bilis de oso regulada por el Estado.
“Vietnam destaca porque el Gobierno tiene la voluntad de cambiar algo realmente y de prohibir la práctica”, dice Harkin. Sin embargo, la ley es un coladero, puesto que aunque prohíbe la extracción de bilis, no impide que se puedan tener estos osos como mascotas, siempre y cuando se les implante un chip para poder localizarlos. Y los críticos denuncian que la ley se aplica de forma demasiado relajada.
Además, el uso de bilis de oso es polémico. El presidente de la sociedad vietnamita de medicina tradicional, Nguyen Xuan Huong, asegura que incluso puede ser mortal porque algunos de sus componentes son tóxicos.
“Ya he visto a tres pacientes morir por consumir bilis de oso, también a uno de mis amigos”, explica. Él cree que es una importación cultural de China, puesto que en Vietnam no hay ningún remedio que contenga bilis de oso.
Sin embargo, el negocio prospera. Una web promete enviar bilis de oso en media hora a cualquier lugar de la capital vietnamita, Hanói, por 80 mil dongs (unos 3,14 euros/3,20 dólares) por mililitro.
Por eso Harkin exige acabar con los vacíos legales de la ley y perseguir a los comerciantes de bilis. Además, también haría falta una base legal para poder trasladar a los osos enfermos a refugios de animales. “El número de osos baja, la demanda de bilis baja, pero a pesar de todo sigue siendo demasiado”, afirma.
Con información de DPA, por Bennett Murray y Bac Pham.
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