Los residuos sólidos en los mares, como cualquier desecho compuesto de plástico, están acabando con el hábitat de los peces, pero también transforman la dieta de quienes se alimentan con estos animales marinos.
Con una dieta basada en pescado corres el riesgo de que te alimentes, sin saberlo, con plástico, ya que la contaminación del agua se incrementa por la fragmentación de micropartículas que dañan nuestra salud.
Un primer ejemplo son los popotes y uno de sus principales materiales es el propileno, que además de tardar cientos de años en degradarse, es confundido por alimento y los peces lo tragan.
El grupo ecologista Greenpeace tiene años de advertir que el plástico entró a la cadena alimenticia de los humanos a través de especies que comemos con regularidad como mejillones, ostras o atún.
*Foto: gesinteresi.blogspot.mx
De inicio, consumir un pescado que se alimentó de plástico se deshecha con facilidad del cuerpo a través del intestino, pero si la ingesta es continua los efectos tóxicos que se presentan en los animales pueden ocurrir en el humano.
Que el agua de ríos, lagos y mares se llene de residuos plásticos ya es considerado como un problema ambiental de gran escala para muchos países, que también vierten en los mares detergentes y otros productos.
La comunidad científica está preocupada por este fenómeno, que comparan con los jóvenes que sólo se alimentan de comida chatarra, ya que algunos peces se vuelven adictos a comer plástico.
La exposición a niveles altos de poliestireno provoca que las larvas de las percas prefieran el plástico por encima de comidas más naturales que hay en su entorno, lo que convierte a los peces en animales más lentos y pequeños.
*Foto: La Vanguardia.
Se dice que además disminuye su capacidad para que el pez huya de sus depredadores. Lo más lamentable es que se calcula en 8 millones de toneladas los desechos plásticos que cada año llegan a los océanos.
Investigadores de la Universidad de Cádiz revelaron que el 88 por ciento de la superficie de los océanos está contaminada con plástico, en cinco grandes cúmulos de residuos que coinciden con los giros de circulación de agua superficial.
Esto ocurre en bloques similares en el centro del Atlántico Norte, el Pacífico Sur, el Atlántico Sur y el Océano Índico, un fenómeno que los estudiosos definieron como “la colonización del plástico”.
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