Lorena apenas y levanta la mirada para responder las preguntas que la prensa internacional le hace. Sin duda prefiere correr que estar ante una cámara. La intimidan, tanto como ella a sus competidoras.
Sus ojos negros imponen. Con 22 años es capaz de dejar mudo al mundo con su capacidad para correr maratones. Apenas en abril se puso de nueva cuenta en el ojo internacional al ganar un ultramaratón de 50 kilómetros en Puebla.
Lorena Ramírez ganó cinco veces el ultramaratón de 100 kilómetros de Chihuahua y el mundo se sigue preguntando cuál es el nivel de entrenamiento que la llevó a los primeros lugares y a convertirse este fin de semana en la primer mujer rarámuri en competir en Europa dentro del Tenerife Bluetrail.
La mayoría de los corredores tienen una preparación pesada previo a una competencia. El entrenamiento que Lorena tiene junto a su hermano Mario, quien es también corredor, es la vida misma y no un asunto metafórico. El día a día es el entrenamiento de Lorena.
Para cuidar el ganado, esta joven recorre más de 10 kilómetros en la Sierra Tarahumara. Cuando baja la intensidad del sol, ella puede recorrer junto a su hermano hasta 20 kilómetros por las tardes.
Las montañas por las que Lorena camina son parte de las Barrancas del Cobre, ubicadas en la Sierra Tarahumara, en su natal Chihuahua. Está familiarizada con la subida y la bajada de niveles, lo que le proporciona mayor resistencia en su caminar.
Rarámuri significa “pies ligeros” y Lorena vaya que los tiene. Aunque pudiera ser una desventaja, el que corra con huaraches, con sandalias, hace que en lugar de golpear el suelo fuertemente como lo haría con tenis, la corredora acaricie el piso.
Lorena se siente insegura al usar tenis, siente que se resbala. Prefiere los huaraches planos que desde pequeña usaba y que le dan mayor movilidad y confianza a la hora de correr.
La confianza que da lo conocido es inevitable y eso le pasa a Lorena cuando, en lugar de ropa deportiva, prefiere presentarse a competir con una falda tradicional, huaraches de plástico, una gorra y un paliacate.
La alimentación tampoco es un problema para Lorena Ramírez. Los carbohidratos que debe consumir rumbo a un ultramaratón están en su dieta diaria: el pinole, el maíz molido que ellos mismos producen en casa es básico en su ingesta de todos los días. Los frijoles le dan proteínas necesarias, mientras que durante la carrera, la fruta y los electrolitos proporcionados son más que suficientes para mantenerla en pie.
Uno de los valores que le inculcaron a Lorena es el de compartir, algo que está arraigado en la comunidad rarámuri. Cuando alguno de los integrantes de su familia gana algún premio, debe repartirlo entre todos. A este acto se le llama “korima”.
Ella ocupó una parte del premio del ultramaratón en Puebla para ayudar a sus padres, mientras que el resto fue utilizado para comprar comida para toda la familia.
Lorena, como lo declaró para el diario español El País, está consciente de las limitaciones que tiene en su hogar, pero más allá de eso, está agradecida porque su forma de vida, sin alterarla en absoluto, ha podido darle lo que más ama en el mundo: correr.
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