La isla caribeña de Haití es la nación más pobre del hemisferio occidental, un territorio geográficamente propenso a inundaciones y huracanes. Los isleños deben lidiar con la destrucción provocada por los desastres naturales que los alcanzan casi anualmente.
Cuando apenas se recuperaban del terremoto del 2010, el huracán Matthew los azotó hace apenas dos meses, devastando todo a su paso y dejando un saldo de más de mil muertos y alrededor de 750 mil damnificados.
El mes pasado, el director de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU, John Ging, criticó a los donadores internacionales por proporcionar menos del 50 por ciento de los recursos necesarios para alcanzar la meta de 94 millones de euros para ayudar a los haitianos que todavía necesitan una casa y alimentos.
La crisis alimentaria es, precisamente, lo que más preocupa a la organización: las cosechas fueron destruidas y todavía no han reiniciado la siembra. En una de las ciudades más afectadas, Los Cayos, tres personas murieron de un disparo durante una revuelta provocada en uno de los puntos de distribución de comida.
Gabriel Fortuné, el alcalde de la ciudad dijo para The Guardian que la organización del auxilio sencillamente no existe. “Ni el gobierno ni la comunidad internacional estaban preparados para un desastre de este nivel”, pero eso, precisamente, les ayudó para darse cuenta de la realidad del país, ignorado por la comunidad mundial.
“Muchas de las personas afectadas ya estaban viviendo en la miseria, en condiciones inhumanas” desde antes de que llegara Matthew. Ahora, deben soportar la hambruna y los conflictos provocados por las disputas de los pocos alimentos que están llegando.
Por su parte, Ging aseguró que esta escasez se traduce en el sufrimiento innecesario de miles de personas cuyos hogares fueron “completamente eliminados”. De acuerdo a la ONU, alrededor de un millón y medio de personas se vieron afectadas directamente.
Para The Guardian, una de las víctimas cuenta que los vientos eran tan fuertes que los tumbaban y entonces “esperaban a que pasaran”.
El huracán formó parte de la temporada de huracanes del Atlántico del año, alcanzó la categoría 5 en la escala de huracanes de Saffir-Simpson el 30 de septiembre, después del huracán Félix (2007), es el que más ha devastado al Caribe.
Por si fuera poco, muchos otros miles de haitianos se han visto obligados a evacuar de la isla. Huyen de uno de los países más pobres y devastados del mundo, con nulas posibilidades de recibir un salario digno y alimentarse a diario.
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