Metros de lodo cubren todas partes, los postes de luz están doblados como si fueran frágiles palillos de madera, los tejados no están sobre las casas que protegían, el camino a la iglesia ya no se puede ver.
La razón, un catastrófico alud que prácticamente borró del mapa a la comunidad de Barba Blanca en Perú. A pesar de las impresionantes imágenes que se pueden ver de la devastación, las 150 personas que vivían en la aldea lograron escapar.
Pero esta no es una catástrofe aislada, ya que extensas partes de América del Sur han sido azotadas durante semanas por lluvias torrenciales que están causando estragos en toda la zona occidental de la región.
Ver inundaciones y derrumbes destructivos en Perú, Ecuador y Colombia que han matado a cientos y han desplazado a miles más se está volviendo común.
Haciendo un recuento, vemos como el 1º de abril de este año algunas partes de Mocoa, una ciudad al sur de Colombia, fueron derribadas por un torrente de agua y escombros que hasta el momento ha dejado al menos 293 muertos. También hay comunidades en Bolivia y Ecuador que han resultado afectadas.
En Perú, los aludes de tierra han destruido hasta el momento más de 14 mil hogares, dejando a 150 mil personas sin hogar y matando a más de cien personas; muchas otras aún están desaparecidas. Aunque el gobierno declaró un estado de emergencia y pidió ayuda internacional, parece que esto no tendrá fin sino hasta que la temporada de lluvias finalice.
Científicos han culpado al cambio climático de esos sucesos asegurando que el aumento de las temperaturas ha provocado el derretimiento de glaciares en los Andes y grandes cambios en los ciclos de cultivo en Perú.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, dijo durante una visita a Mocoa que el derrumbe fue la consecuencia más reciente del calentamiento global.
“Estamos enfrentando un desastre de la naturaleza por el cambio climático. Tenemos que estar preparados porque las lluvias que vienen van a ser más intensas”, indicó el mandatario colombiano.
Lo que empeora las cosas, según los meteorólogos, es la llegada del fenómeno climatológico conocido como El Niño, un aumento en la temperatura oceánica en el Pacífico que este año ha ocurrido a las afueras de la costa de América del Sur.
El claro ejemplo del poder de El Niño se puede ver en localidades montañosas que normalmente sufren de sequías por las altas temperaturas y que repentinamente han tenido que enfrentar aludes devastadores, mientras que los residentes de Lima padecieron cortes de agua durante cinco días después de que se inundaron las bombas.
Si esto no es un claro mensaje de lo que está haciendo mal la humanidad, ya no se sabe que nos hará entender.
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