La foto y el video de Ángel Sánchez izando la Bandera Nacional sobre los escombros que quedaron la noche del jueves 7 de septiembre rompieron el Internet. Las interpretaciones al respecto fueron del rancio patriotismo al optimismo y de la cortina de humo hasta la realidad de su vida en Juchitán, Oaxaca, el lugar más afectado por el terremoto de 8.2 grados que sacudió el sur y centro del país.
Ángel Sánchez Santiago es el nombre de este herrero, de 59 años, que después del terremoto y de revisar su casa y la de sus vecinos, fue al Palacio Municipal para buscar a sus hijas… pero se encontró con gran parte del pueblo destruido, incluido el edificio gubernamental. Movido por la ansiedad de ayudar, se integró a un pequeño grupo de policías que buscaban a un compañero. Sin pensarlo mucho, subió al pico de los escombros, donde encontró la bandera amarrada a un barandal, la sacó para atarla a un palo del mismo edificio y la alzó.
Su acto, dijo, sólo tuvo un propósito: estar de pie frente a la desgracia. «La sembré con rabia e impotencia de no poder hacer más por las personas», contó en entrevista al periódico digital Cortamortaja.
Ha pasado casi una semana desde el terremoto y su versión de los hechos sigue siendo la misma, aunque la perspectiva de su heroísmo ha dado un giro, pues hoy se sabe, según una entrevista concedida al diario La Razón, que Ángel trabaja por su cuenta como herrero, y eso le permite subsistir con mil pesos a la quincena. Su situación no es distinta a muchos de sus conocidos, a quienes la catástrofe les significó perderlo todo y, más que eso, los dejó imposibilitados para tener un mejor futuro.
Según el Índice de Rezago Social Estatal y Nacional 2015, del informe de Sedesol, este año Oaxaca se convirtió en el estado más pobre del país, por arriba de Chiapas y Guerrero. ¿Qué implica eso? Que 89 municipios en el estado aumentaron su índice de rezago: 2.8 millones de personas tienen carencias (el 70 % de la población) y el 68 % del total de las familias oaxaqueñas pasa hambre cotidianamente.
A diferencia de muchos de sus amigos y conocidos, su casa de tres cuartos no se cayó ni sufrió daños graves, así que a pesar del trabajo duro y la pobreza, aseguró ser un hombre afortunado sin dobles intenciones, ni tampoco un aprovechado del dolor ajeno.