Era 2014 y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reportaba que México poseía la tasa más baja de América Latina en cuanto a la participación laboral de la mujer en el país. Los números no mejoraron si sólo se consideraba la región del Caribe, pues ocupábamos el segundo lugar, por debajo de República Dominicana.
Eso es a nivel Latinoamérica, pero, ¿qué pasa con la realidad en el plano nacional? Recientemente se dio a conocer, a través del diario El Universal, que la participación de la mujer en el mundo laboral en nuestro país creció, al grado de imponer una cifra récord en México, la más alta en toda su historia.
En 2017, fueron 356 mil 414 empleos los que se abrieron para mujeres, número que representa el 20 por ciento menos de las que se abrieron para los hombres. De cualquier manera, las oportunidades laborales, en cuanto a jerarquía, siguen siendo para los hombres, sin mencionar la brecha salarial entre ambos géneros.
El aumento de plazas para mujeres va lento y la brecha salarial con los hombres no se acorta. (Foto: EFE)
Los datos, obtenidos de acuerdo a informes de trabajadores pertenecientes al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), representaron un aumento a las plazas que se ofrecieron a las mujeres en 2016, que fueron 335 mil. La cifra subió 6.4 por ciento respecto a ese año.
Inegi realizó un estudio en el que reveló que la mayor parte de las mujeres que no trabajan es porque realizan labores domésticas. Ellas ocupan 77.2 por ciento de su tiempo a los hogares mientras que los hombres lo hacen únicamente el 22.8 por ciento, algo que provoca que las plazas sean destinadas para aquellos que tienen más tiempo disponible para realizarlas.
En distintos estados no se les da acceso a la educación, lo que impide su desarrollo profesional. (Foto: Voces Nuestras)
De cualquier manera y aunque la cifra haya roto una marca importante, la participación de las mujeres en el ámbito laboral en México siguen siendo bajas. Más aún cuando tomamos en cuenta los obstáculos a los que se tienen que enfrentar al momento de conseguir un empleo, eso sin mencionar cuando niñas en las regiones pobres no tienen acceso a la educación, haciendo más difícil la posibilidad de desarrollarse en algún trabajo.
«En las regiones de menor desarrollo, desde niñas, se les prohíbe acceder a la educación. Deben cuidar a la mamá o a los otros hermanos, hacer las tareas de limpieza, preparar los alimentos. No contar con un nivel de estudios adecuado les dificulta más acceder al mercado laboral», indicó a El Universal, Héctor Magaña, coordinador del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN).
Para romper una cifra histórica, es lento el avance. De 1997 a 2017, la fuerza laboral femenina (medida en total de adscritos al IMSS), pasó de 32.9 a 37.2 por ciento, el aumento en realidad es mínimo. Las entidades en donde hay menos participación laboral de la mujer son Campeche, con 31.1 por ciento y Tabasco con 31.7 por ciento. La Ciudad de México y Baja California, registran la mayor presencia laboral femenina, ambas con 41 por ciento.
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