Lee So Yeon es la hija de un profesor universitario en Corea del Norte. Creció al norte del país entre la hambruna que devastó a la mayoría de los coreanos en la década de los 90. Como muchas mujeres de su edad, se ofreció como voluntaria del ejército motivada por la tradición familiar —la mayoría de los hombres de su familia fueron soldados—, y por la idea de asegurarse la comida todos los días.
El cálculo salió mal: no sólo permanecieron los días de hambre, sino que otras vulnerabilidades aparecieron cuando, ya dentro del ejército, además de lidiar por “ganarse” la comida, tuvo que sortear los maltratos de todo tipo.
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Casi 10 años en el cuarto ejército más grande del mundo
Lee So Yeon permaneció por casi 10 años en el cuarto ejército más grande del mundo. Ahí compartió habitación con más de 25 mujeres, que tenían asignado el mismo espacio para habitar que ella: una litera y un buró con dos cajones donde guardó sus uniformes y las fotografías enmarcadas de Kim Il-sung —fundador de Corea del Norte— y su heredero, Kim Jong-il.
Hoy, Lee tiene 41 años y más de una década de haber desertado del infierno de la milicia. Y a modo de repaso de la memoria, contó a la BBC los detalles de su experiencia, que sí está marcada por las diferencias sexuales.
(Foto: Efe)
Perdió la menstruación al igual que sus compañeras
Siempre durmió en la parte baja de una litera cuyo colchón estaba hecho de cascarilla de arroz, así que la incomodidad y los olores de aquel lugar para dormir son difíciles de olvidar. Las duchas eran cortas y sin agua caliente; los encargados conectaban una manguera a la corriente de agua de la montaña, así que no sólo era soportar el frío que cala los huesos, sino las ranas y serpientes que de repente se colaban en los baños. La privacidad jamás la conoció, así que por la desnutrición y el estrés fue mejor perder la menstruación, así como todas sus compañeras.
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«Después de seis meses o un año de servicio, no menstruamos más debido a la desnutrición y el ambiente estresante […] Las mujeres soldados decían que estaban contentas de no tener períodos. Decían que se alegraban porque la situación era tan mala que si también tenían períodos, hubiera sido peor», afirma Lee.
(Foto: Efe)
‘Mejoraban’ las condiciones de vida de las mujeres con cosméticos
Cerca del 70 por ciento de los desertores del ejército en Corea del Norte son mujeres. En 2015, el gobierno del país anunció que todas las mayores de 18 deberían cumplir con siete años de servicio, además aseguró que tras la medida, distribuiría una marca de toallas sanitarias en todas las unidades de mujeres.
La “medidas” para “mejorar” las condiciones de las mujeres en la milicia se limitaron a eso y a repartir cosméticos, con lo que se mató dos pájaros de un tiro: hacerlas «bonitas» y hacer que la marca Pyongyang Products compitiera con marcas mundiales de cosméticos. De los baños privados y el alto a las violaciones sistemáticas por parte de los superiores y los acosos de los compañeros aún no se discute.
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Hay denuncias a voces sobre las violaciones, y el gobierno las castiga con siete años de prisión, pero el costo de decirlo y el miedo es tan alto que nadie está dispuesto a testificar en casos así, pues en Corea del Norte la violencia doméstica es invisible y aceptada, por lo que los actos dentro del ejército se ven “normales”.
(Foto: Efe)
Lee se desempeñó como sargento de unidad cerca de la frontera con Corea del Sur. Abandonó el ejército a los 28 años para volver con su familia, pero la necesidad apenas le permitió intentar escapar a Corea del Sur; fue detenida en la frontera con China y metida en prisión por un año. El segundo intento tuvo más suerte: nadó a través del río Tumen y cruzó a China, donde un agente de bolsa le ayudó a llegar a Corea del Sur.
Lee aún tiene recuerdos del agua fría y la cama hedionda y de las violencias, pero reconoce que tiene esperanza de una mejor realidad.
https://www.youtube.com/watch?v=EtgrYPUafPQ
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