No importa si son fresas declarados o de clóset, todos sabemos que de alguna forma la música de Coldplay hipnotiza al público, pero ¿por qué?
Tomando un poco del contexto del cumpleaños número 40 del vocalista de la banda, Chris Martin, nos echamos un clavado en las reacciones que provocan los shows de esta afamada agrupación, que tan sólo a principios de 2016 causó sensación en México durante su última visita y serie de conciertos. Ya tan sólo la imagen y carisma de Martin, atrajeron la curiosidad de la ciudadanía a las calles de la Colonia Roma cuando Chris y su banda visitaran un hospital durante su tour “A head full of dreams”. La regionalización del mismo, su cercanía a la gente y ese toque humanitario repleto de líricas que evocan a los sueños, a la vida y a la cotidianidad, hacen de la música de Coldplay una especie de trance, especialmente cuando de conciertos se trata.
Si fuera poca cosa que uno de sus videos se filmara en la Colonia Condesa de la ciudad de México, el rollo de las bicicletas rodando por las calles más conocidas de la zona, sin duda sumó fanáticos a la banda. Rudos y técnicos.
La suma de afinidades se ensalza en sus conciertos, se adhieren a las sensaciones del público, valiéndose de explosiones de colores en vivo, enormes pantallas y pulseras. Mejor conocidas como xylobands o pulseras de luz, estas bandas de colores han sido también el azote hipnótico de los conciertos de la agrupación británica, donde países como Chile, Argentina y México han sido grandes escenarios para demostrar que la experiencia de usuario ha venido marcando pauta también en la industria de la música. Habrá haters que echen pestes de Coldplay y los típicos ñoños que salgan a defenderla a capa y espada, aunque independientemente de ello nadie, pero nadie puede restarles ese power de marketing que casi como buenos políticos añaden a su imagen y carisma, del que el público más renuente en algún momento de la vida sale hipnotizado en el ritual de evocación a las emociones.
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